❄️ Un corazón partido ❄️

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Nadie lo sabía, pero el gris sería el color más cruel en invierno.
-Darina 

«No puede ser

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«No puede ser. No puede ser. No puede ser. ¡¿Qué mierda acabo de hacer?!».

Esto tiene que ser un sueño, una puta pesadilla. Por favor que alguien me diga que es todo mentira, que no besé a Araziel anoche, que no me drogué ni bebí hasta convertirse en un depredador sexual y que no terminé vomitando todo lo que consumí a Kirian en su cuerpo. 

«Por el nombre de satán, que sea todo mentira».

Estoy en shock, sentado en mi bañera, con el agua hasta el cuello y las ganas de matarme por la vergüenza.

Grito tanto en mi interior que creo que se logra oír en toda la habitación. Mi mente me sigue torturando sin piedad, mandando todas las escenas que ocurrieron en esta madrugada con Araziel y Kirian; lo que hablamos, lo que escuché y lo que me dijeron.

—Si yo me voy, ¿te gustaría venir conmigo?

—¡Ahhhh!—esta vez sí grito en voz alta por la pena.

Pero es que su maldita pregunta me revolvió el estómago hasta el punto de vomitar.

El cómo me dijo las palabras, la forma insegura de hablar, su mirada, estos malditos ojos marrones me observaban con tanta honestidad y dulzura que me daban cosquillas en todo mi cuerpo, pero a la vez transmitía mucha ansiedad por saber mi respuesta.

Quedé en blanco. No supe como reaccionar, que decirle, aun sabiendo cuál iba a ser mi respuesta.

Y es que era obvio, pero complicado de explicar.

Entonces me mareé, vomité, casi me desmayo y Kirian me tuvo que alzar hasta traerme al baño en donde me llenó la bañera y me recostó en ella para que pueda tranquilizarme.

Todo va de mal en peor.

—¿Marck?—Escucho a Araziel decir, luego da tres golpes débiles en mi puerta de madera. Aunque por la falta de sonido que hay hace más eco del que debería.

Titubeo al hablar debido a los enormes nervios que su voz me hace sentir. La vergüenza no se queda atrás, pero el malestar de haber hecho lo que hice gana la carrera.

Porque yo no quería hacerlo, no quise lastimarlo, no a él.

Carraspeo un poco.

—¿Qué ocurre?

—Me voy a casa.

Trago en seco, preparándome para sacar el tema.

—Araziel…—comienzo, pero él me interrumpe. 

—Tranquilo, Marck. No pasa nada—ríe un poco, pese a aue esta termina de cortarse para acabar en un silencio incómodo.

—Pero…

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