Arizona
— Entonces cuéntame Arizona, ¿cómo fue tu semana?— preguntó la mujer con una pequeña sonrisa
— Besé a una chica— dije de repente
La mujer se quedó asombrada por mi repentina confesión, había sido abrupta.
— ¿Y cómo te sientes con eso?
— ¿Bien? ¿Extraña? No lo sé— me recosté abrumada en el pequeño sofá
— Puedo preguntar, ¿con quién?
La observé desde mi altura, ella había levantado una de sus cejas.
— Calliope— dije en un suspiro
La psicóloga me observó sorprendida, con una pequeña sonrisa en sus labios.
— Fue un reto, ¿si?— bufé
— ¿Y cuál es el problema?— preguntó serena
— Nunca había besado a una mujer...
— ¿Entonces...? ¿Te gustó?— frunció el ceño
— No... o bueno, si pero no— comencé a divagar
— Vamos Arizona, no debería tener nada de malo
— ¡Es mi amiga!— me sobresalté
— Callie podría llegar a gustarte... ¿no? ¿Le temes a eso?
— Temo enamorarme de nuevo, y que otra vez, me lastimen— susurré
— Hemos hablado de Christopher en otras sesiones, me has contado de tu experiencia con él, pero Callie no es él.
"No sé describir bien lo que se siente ser correspondida, es una especie de tranquilidad condimentada con mucho miedo, porque parece que algo tan perfecto está todo el tiempo a punto de explotar"
- Cielo Latini— Pero ella podría parecerse a él— agregué con miedo
— Vamos a tratar la confianza, en esta sesión
Asentí temerosa.
Calliope
La nueva semana de clases había comenzando, caminé lentamente hasta mi salón y me coloqué en mi pupitre, completamente aburrida.Hasta que un pequeño rayo de sol entró por la habitación, si, era Arizona, mi Arizona.
Ella se veía un poco más contenta hoy, lo cual me hizo sonreír como idiota.
— Cierra la boca o te entrarán moscas— dijo Addison riendo
— No sé a qué te refieres— susurré re acomodándome en mi lugar
— Seré directa, ¿te gusta Arizona?
— ¿Qué? No— reí nerviosa— ¿Arizona? Ella es mi amiga, y de las mejores— comencé a sentir como mis mejillas se tornaban rojizas
Addison comenzó a reír.
— Si observaras tu cara, te darías cuenta de que realmente te gusta
Y era cierto.
Addison tenía razón, el beso con la rubia me había provocado mariposas que creía, estaban muertas.