Tres meses después...
Arizona
Hoy finalmente puedo decir que estoy plenamente feliz, con la ayuda de Callie he podido dejar atrás, de a poco, mis problemas.He notado que subí de peso, según mi morena me veo preciosa.
Prefiero creer que esto es así.
Hoy tengo cita con el Dr. Webber, Callie dijo que me acompañaría por lo que estoy esperándola.
— Toma— mi madre dejó a mi lado una pequeña valija.
La observé con el ceño fruncido.
— ¿Que es esto?
— Sin preguntas Robbins— sonrió apenas y depositó un beso en mi frente— Cuídate— susurró y salió.
Minutos después, llegó Callie.
— Cariño— besó mis labios con una sonrisa.
Ella tomó la pequeña valija y la colocó en su auto.
— No comprendo...— reí nerviosa— ¿Para qué es esto?
— Iremos a dar un paseo luego del doctor— besó mi mejilla y ambas subimos al coche.
— ¿Vas a decirme a dónde vamos?— la observé tiernamente, esperando a que soltara algo.
— No vas a comprarme— rio.
— Aburrida— me quejé mientras observaba por la ventana.
[...]
— ¡Arizona!— el hombre me saludó amablemente— ¿Cómo has estado?
— Muy bien...— sonreí.
— Bien... Vamos a pesarte— susurró— Espero hayas seguido la dieta, pero por lo que veo has subido... Eso es genial
Asentí feliz.
— He cuidado que siga su dieta al pie, no se ha saltado comidas, ha comido exactamente lo que le ha tocado en el día y en el horario anotado— explicó Callie— No la he dejado comer calorías malas...
— Veo que tienes una buena enfermera— rio Webber.
— Lo es, parece mi madre— susurré burlona.
Calliope al instante se sonrojó. Ambos reímos ante su vergüenza.
Pero realmente ella me había cuidado mucho, a diario nos veíamos solo porque Callie quería estar segura de que seguía mis comidas...
Estuvo en muchas de mis caídas, siempre estaré agradecida por eso.
Ingresé nuevamente a la habitación pero esta vez con la bata, me subí a la balanza y Webber me pesó.
— Wow...
— ¿Qué?— lo observé nerviosa.
— Te faltan muy pocos kilos para llegar a tu peso ideal... Unos seis o tal vez cinco— sonrió.
— ¿De verdad?— sentí mis ojos llenarse de lágrimas.
Este asintió y me abrazó.
— Es normal que tengas recaídas a veces, puede pasar... Pero recuerda que lo que vale, es el resultado al fin.
— Gracias— susurré.