Capítulo 24: "Solo contigo"

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Arizona
Habían transcurrido exactamente dos semanas en las que me dediqué a pensar que rayos sentía por la morena.

Jamás me había sentido así.

Ambas nos seguíamos viendo a diario, nuestros días eran extremadamente buenos.

Calliope descubrió mi pequeño punto de nerviosismo.

La morena me observa de una manera tan diferente, me hace estremecer cada cinco minutos y por lo tanto mis mejillas se sonrojan.

Su sonrisa cada vez se ampliaba mas cuando estábamos juntas.

— Ya Calliope— dije entre risas nerviosas— Deja de observarme así— giré mi rostro buscando tapar mi nerviosismo

"Tú, trasparente, sin un as bajo la manga
Sin un truco, pero magia en la mirada
Y yo, flor marchita que, de tanta agua salada, se secaba
Y hoy ve el sol brillar"

— ¿Cómo te observo?— sonrió acercándose a mi

— Tú sabes como...— susurré volviendo mi mirada hacia ella

Callie tomó con cuidado mi mano, acariciándola.

— Eres muy tierna cuando te pones así— ella acarició mi mejilla.

Estaba más que confirmado que Calliope me gustaba, y no solo era eso, era algo más allá... Jamás me había sentido así por alguien, ni siquiera por Christopher.

— Az...

— ¿Si?— sonreí apenas

— ¿Cómo sabes cuando alguien te gusta?— frunció el ceño apenas

Lo pensé varios segundos.

Esta podría ser mi oportunidad para confesar mi repentino enamoramiento, pero... ¿y si no era recíproco?

Tal vez Callie no sentía nada por mi.

Pero aprendí algo, debo vivir mi vida al máximo y esto es parte.

— Pues... creo que sé que me gusta alguien cuando me observa y comienzo a ponerme nerviosa o me sonrojo— sonreí nerviosa

Calliope me observó durante varios segundos, comprendiendo a lo que me refería.

Era bastante claro.

Pero su silencio comenzaba a ponerme nerviosa.

— ¿Estás segura?— susurró

Asentí.

La morena me regaló una gran sonrisa.

— Me gustas Callie— dije sin pelos en la lengua

— Tú igual me gusta Ari

¿Ahora qué debería hacer?

¿Besarla?

Para mi sorpresa, la morena ni siquiera lo dudó. Tomó un mechón de cabello que estaba sobre mi rostro y lo colocó detrás de mi oreja.

Lentamente se acercó a mi.

"A un beso solamente
A un paso de enloquecerme
Yo me iba a rendir, ¿quién iba a decir que hoy me estoy rindiendo a ti?"

Finalmente selló nuestros labios en un apenas picoteó. En cuanto supo que, al igual que ella, lo deseaba más que nada continuó con el beso.

Sus labios acariciaban los míos como si los hubieran creado para encajar a la perfección.

Su lengua pidió acceso a mi boca, el cual le di al instante. Una de sus manos fue directamente a mi cintura, mientras que la otra, profundizó el beso quedándose en mi nuca.

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