Arizona
Luego de salir del baño me dirigí a la cocina.— Lo siento Sr. Torres, mi madre ha llamado— mentí— Debo irme a casa
— No te preocupes pequeña— sonrió— Ven a comer mas seguido, aprecio tu presencia
— Gracias— observé por todas parte— ¿Y Calliope?
— Subió
— Iré a buscarla, con permiso— dije tímidamente y subí
Al llegar al segundo piso, oí a Callie y Penny discutir.
Ellas hablaban de nuestra amistad, básicamente lo mismo que me había planteado a mi... Pero esta vez se lo decía a la persona indicada.
No me interesaban sus problemas de inseguridad, que no los refleje conmigo.
Escuché su discusión por algún tiempo hasta que algo que dijo Calliope me noqueó.
— Arizona tiene depresión Penny, ella tiene problemas alimenticios... Solo quiero cuidarla para que esté bien
Esa frase se repetía una y otra vez en mi cabeza, me hacía sentir estúpida.
Había confiado en la persona equivocada.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, las cuales comenzaron a esparcirse por mis mejillas como un río.
Ella había rebelado mi secreto y ni siquiera le importaba.
— ¿Por eso se desmayó?— preguntó Penny
— Por favor, guarda el secreto
Idiota.
En eso se había convertido Calliope desde que estaba en una relación, en una completa idiota.
Me ignoró durante semanas y luego de la nada, le importo. Al siguiente día divulga mi vida privada.
— Lo haré— prometió su novia
— Promételo— suplico
— Lo prometo Callie
La puerta de su habitación se abrió de repente, dejándola verme.
Su expresión de pánico, jamás la olvidaré.
— Vete a la mierda— dije con rabia, limpié mis lágrimas con enojo y salí rápidamente de la casa
Carlos me observó confundido, pero preferí no decir nada.
Al llegar casi a la calle, Callie me sujeto.
— ¡Arizona escúchame!— tomó mi mano, desesperada
— ¿Crees que puedes contar mis problemas a la ligera?— grité con rabia— Confiaba en ti
Sentía mis mejillas completamente rojas, pero esta vez de enojo.
— Lo siento— titubeó
Sus ojos marrones comenzaron a verse cristalinos, pero yo estaba cegada y justo ahora, podría ser lo más hiriente que quisiera.
— No hagas esto, solo lo lamentas porque te descubrí, no porque realmente estés arrepentida— me rogó
Intentó acercarse, pero su tacto ya no me gustaba, por lo que me alejé.