Calliope
Me encontraba corriendo de un lado a otro, mientras intentaba maquillarme a tiempo. Debía buscar a Arizona en treinta minutos y aún no terminaba ni siquiera mi peinado.Sentí mi móvil sonar, por lo que lo tomé sin siquiera revisar quien era.
— ¿Hola?
— Puedo ver como corres de un lado a otro de tu habitación— dijo la rubia entre risas— No me importará si llegas cinco minutos tardes...
Me acerqué a mi ventana, logrando ver a Arizona en la suya.
Ella se encontraba ya peinada y maquillada, pero llevaba una bata puesta en vez de su vestido.
— Tú tampoco estás lista aún...— me quejé.
— Porque una linda morena se ha llevado toda mi atención— rio.
— Te ves bien con esa bata— sonreí.
— Me veo mejor sin ella...
— Ya lo creo— mordí mi labio inferior.
Parecíamos conejos, no había momento en el que no estuviéramos en la cama o tocándonos cada que podíamos.
Nuestra química en la cama era maravillosa y aprovechábamos cada momento.
Habían pasado dos meses desde nuestra primera vez.
Estábamos en el auge de nuestra relación, en el pico más alto. Lo nuestro era algo mágico y ambas lo sabíamos.
— Ahora te quedan solo veinte minutos— susurró la rubia.
— Joder— maldije— Te veo en unos minutos, te amo— sonreí y colgué.
Rápidamente comencé a terminar de arreglarme. Tomé mi vestido y me lo coloqué.
Había elegido un vestido rojo carmesí, este era largo y tenía algunas decoraciones en negro.
Addison dijo que era perfecto, según ella contrastaba con mi piel morena.
Me observé por última vez al espejo, estando contenta con el resultado.
Bajé rápidamente, encontrándome con mi padre.
— Calliope...— sonrió— Te ves preciosa.
Este me abrazo fuerte.
— Eres igual a tu madre— susurró entre lágrimas— Has crecido tan rápido
— Papá— reí— No llores...
— Supongo tu novia te estará esperando ya
Asentí feliz.
— No quiero sacarte más tiempo entonces, solo déjame fotografiarte.
Mi padre rápidamente me tomo la foto, haciéndome enrojecer de la vergüenza.
— Pareciera que tengo seis años aún— reí.
Tomé mis cosas, nerviosa.
¿Estaba nerviosa por cruzar la calle y recoger a mi novia?
Por supuesto.Toqué la puerta de la casa Robbins, al instante Daniel abrió con una enorme sonrisa.
— ¡Calliope!— gritó feliz— Entra, Arizona casi termina.
Ingresé a la casa, encontrándome con Bárbara.
— Estas preciosa Callie— esta me abrazó.
Oí el sonido de las escaleras y al instante me giré, encontrándome con la mujer más hermosa del mundo.