diecinueve

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El sonido del reloj era lo único que se podía oír de aquel silencioso cuarto, la chica presente allí, solo podía mantenerse concentrada en Yuzuha, realmente no le importaba nada más a su alrededor, solo la joven en aquella camilla.

Lo único que hacía era apreciar detalladamente su rostro. Era lo que más adoraba hacer.

Peino su cabello para atrás dejando escapar un suspiro bastante sonoro y agotador

Se sentía demasiado culpable con lo que le pasó, jamás se lo perdonaría. Su pecho le dolia demasiado, queria llorar como nunca lo hizo, sus ganas de romper algo se aumentaban cada vez que los pitidos de la maquina resonaba en su cabeza como eco, bajo su cobreboca a la altura de su barbilla, acercó su rostro al de Yuzuha, dejando un suave y corto beso en los labios, el cual fue acompañado por una lagrima de la chica con cabello celeste y rubio.

ㅡ Lamento molestarte, bonitaㅡmusitó alejándose de ella, volvió a colocarse el objeto en su boca retirándose del cuarto, rogando por no encontrarse con alguien afuera del mismo.

Pero dios nunca esta disponible para oír a la gente.

ㅡ¿Quien eres? ㅡcuestionó Mitsuya tratando de ver el rostro de aquella persona. Lo ignoró y continuó con su camino, mas el chico la tomó de un brazo y la atrajo hasta élㅡ. Te pregunté algo.

ㅡ¿Qué te sucede, imbécil? ㅡgruñó soltándose de su agarre, dando unos pasos hacia atrásㅡ. Mejor preocúpate por tu amiga y déjame de joder.

Dicho eso, se alejó del pelila, dejándolo con las palabras en la boca. Caminó hacia la gran entrada del hospital, pero antes de poder abrir la puerta, su rostro impactó con el pecho de una persona, haciendo que su espalda tocara el suelo y una maldición saliera de su boca.

ㅡ¿Por qué no prestas atención en tu camino, idiota? ㅡgruñó.

ㅡMierda, lo siento ㅡel muchacho se apresuró a tenderle la mano para ayudarla, sin embargo, al escucharlo, la chica levantó su mirada para observarlo, haciendo que el rubio arrugara la frente. Y entonces la reconoció ㅡ. Tú...

Antes de poder decir algo, la de cabello bicolor lo tomó del brazo y lo arrastró hacia un pasillo vacío. Y solo cuando estuvo completamente segura de que estaban solos, lo estampó contra la pared, acercándose peligrosamente a su rostro pese a ser más baja que él.

ㅡSi le dices a alguien que me viste, yo misma me encargaré de decir todo lo que sé sobre ustedes, y créeme, no te conviene ㅡamenazó en voz baja para que solo él la escucharaㅡ. ¿Recuerdas quién es mi gente?

ㅡNo diré nada, no hacen falta las amenazas  ㅡgruñó, alejandola un poco de élㅡ. Sin embargo, me interesa saber qué es lo que viniste a hacer aquí.

ㅡ¿Por qué te lo diría?

ㅡYo también sé cosas ㅡmencionó el más alto, arreglandose el cabelloㅡ. No creo que tu gente esté feliz si se entera de eso.

La chica lo observó seriamente por un largo rato y luego lo soltó, rendida. Conocía tan bien a Seishu como para saber que no mentía.

Bien, su suerte era horrible.

(•••)

Kazutora observó con detenimiento el lugar, cuestionándose si lo que hacia era correcto, si la idea de vivir con alguien que apenas conocía era una buena idea o solo se dejaba llevar porque  quiso creerle cuando le prometió que no volvería a estar solo en el mundo.

Porque era su hermana mayor, y ella no faltaría a su palabra ¿cierto?

Pero, ¿él merecía esto? ¿Merecía esta oportunidad de tener lo que toda su vida deseó? No lo creía.

Sus manos estaban manchadas con sangre que ni siquiera era suyas desde una muy temprana edad, su estado psicológico era deplorable y mentalmente era débil. Pensó en hacer daño a su mejor amigo, la única persona que estuvo con él cuando todo parecía perdido, y después quiso lastimar a quien le dio la mano aunque no tenía la obligación de hacerlo.

No, definitivamente no merecía esto.

Él no merecía ser feliz.

ㅡ... así que no te preocupes por eso, le diré a alguien que lo haga ㅡFuyumi se giró para observar al menor, borrando su sonrisa cuando vio su rostroㅡ. ¿Sucede algo?

El chico no contestó. En cambio, apretó con fuerza sus muslos, enterrando en ellos sus uñas. La mayor se acercó  y se arrodilló frente a él para que la mirase, encontrándose con un vacío tétrico de color arena.

ㅡYo no debería estar aquí ㅡmencionó con sus ojos sin verlaㅡ. Yo... yo no...

ㅡKazutora, mírame ㅡle pidió, intentando llamar su atención con sus manosㅡ. Pequeño, ¿por qué lo dices? Si es muy pronto está bien, no es necesario que vivas conmigo si no te sientes seguro.

ㅡNo es eso ㅡdijo bajitoㅡ. Es que no lo merezco.

ㅡ¿Que no mereces esto? ㅡpreguntó soltando una risita baja, haciendo que el de mechas amarillas la mirara confundido ㅡ. Eso es obvio, Kazutora ㅡse levantó de su lugar para sentarse junto a élㅡ. Tú te mereces más de lo que este feo mundo y yo podemos darte. Por favor, no creas que no eres importante, porque para mí, eres la razón por la que decidí continuar con mi vida.

Luego de decir aquello, se incorporó de un salto y le dejó un suave beso en la coronilla de la cabeza antes de retirarse de la habitación para poder ir al baño porque "vengo aguantándome desde que salimos de casa de Chifuyu, no me juzgues". Por su parte, Kazutora se quedó observando por donde su hermana salió, sintiendo su pecho doler.

Ella realmente lo quería, ¿no? Esperaba que sí.

El timbre de la casa lo sacó de sus pensamientos. Escuchó el grito de la pelinegra pidiéndole que fuera a ver quién era por lo que simplemente suspiró y se levantó de su lugar, encaminadose hacia la planta baja a pasos lentos. Una vez estuvo frente a la puerta, contó hasta tres y la abrió.

ㅡ¡Hola mi amor!

ㅡNo estoy seguro de haber aceptado salir contigo ㅡhabló Hanemiya con las cejas fruncidasㅡ. Ni siquiera eres mi tipo.

ㅡ¡Tú no eres mi amor! ㅡel pelinaranja lo acusó con el dedoㅡ.  ¿Dónde está mi amor?

ㅡ¿Qué?

ㅡ¿Qué haces aquí, Satán? ㅡuna tercera voz sonó a espaldas del bicolor, pero antes de poder hacer algún movimiento, ya se encontraba siendo apartado con violencia del camino. Soltó un quejido y luego volteó a ver a su hermana intrigado.

ㅡ¡Tú sí eres mi amor, mi amor!

Fuyumi rió y le despeinó la melena rojiza, luego dirigió su mirada hacia su hermano y lo encontró con una mueca de asco que la hizo reír, aunque aquello no evitó que sus mejillas se pigmentaran.

ㅡMe dan asco ㅡdijo, antes de encaminarse a las escalerasㅡ. Estaré en... la habitación, ni se les ocurra hacer cosas turbias o juro que me mataré y volveré para atormentarlos.

Y dicho eso, desapareció de su campo de visión, causando risas por parte del gemelo mayor.

ㅡNo esperaba que las cosas se solucionaran tan rápido ㅡmencionóㅡ. Y menos encontrarlo aquí.

ㅡEs una larga historia, si no me molestas quizá me plantee el contarte ㅡcomentó la chica, caminando hacia el sofá, siendo seguido por el más altoㅡ. Entonces, ¿por qué viniste?

ㅡOh, sí. ¡Te traje un obsequio! ㅡdijo emocionado, enseñándole la bolsa, que recién ahora, notaba.

La pelinegra lo miró por unos largos segundos, preguntándose si sería prudente hacer lo que tenía pensado. Eran novios, ¿no? Es lo que las parejas normales hacían: hacerse regalos, darse afecto e intentar matarse entre ellos.

Bien, no estaba segura de eso último; solo lo vio en una película.

Smiley, por su parte, se preguntó si había hecho algo malo como para recibir aquella reacción. No obstante, cualquier inseguridad que se produjo en su cabeza fue alejada cuando sintió unos suaves labios sobre los suyos propios.

Angel | Nahoya Kawata |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora