veintidos

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Cuando Kazutora despertó esa mañana esperaba que fuera un día normal, no obstante, aquello era algo difícil de cumplir teniendo como hermana mayor a Fuyumi Inagawa.

—¿Qué haces, tonta? —preguntó arrugando su frente mientras se desperezaba del sueño—. Ya te dije que puedo dormir solo, no es necesario que duermas conmigo.

—Ya te dije, Kazu —habló la mayor, incorporándose en su lado de la cama—, ten presente que mientras yo viva jamás estarás solo.

—¿Viste una película de terror otra vez, no es así? —acusó con los ojos entrecerrados, haciendo que su hermana resoplara en rendición.

—Bien, me descubriste, pero en mi defensa, cuando estaba por ir a dormir escuché que hablabas en sueños así que vine para ver que estuvieras bien.

Kazutora la miró unos segundos para después suspirar y lanzarse encima de la pelinegra, encerrandola en un abrazo perezoso, aquello que se le había hecho costumbre después de un mes de convivir con la Inagawa. Fuyumi sonrió y lo apretó más contra ella, soltando una risita diminuta cuando lo escuchó quejarse.

Cuando se separaron, el chico dirigió su vista hacia la ventana, notando la ligera lluvia que la golpeaba, haciéndole sentir un deje de incomodidad en todo su cuerpo que no pasó desapercibido por la fémina, quien lo miró preocupada.

—¿Aún te da miedo la lluvia? —le preguntó suave, a lo que Kazutora negó efusivamente—. ¿Entonces?

—Es que... muchas cosas malas pasan cuando llueve, ¿no lo crees?

—Es cierto, pero también pueden pasar cosas buenas —comentó, levantándose de su lugar—. Cuando eras pequeño y llovía, solía hacerte manzanas acarameladas.  Mamá se enojaba porque no debías comer dulces, pero te veías tan feliz con el caramelo en todo el rostro y simplemente no podía no hacerlo.

Un amargo sabor inundó su boca al notar a su hermano llevarse una mano al pecho. Odiaba saber que su mente sólo lograba recordar los mil y un abusos que sufrió desde que lo alejaron de su lado, que no tuviera ningún recuerdo bonito de su infancia o alguna anécdota.

Kazutora era una de las personas que más amaba en todo el mundo, y le dolía pensar en lo roto que se encontraba. Quería cuidarlo de todo, repararlo y ayudarlo a sanar, y eso era lo que exactamente haría.

—Hey, ¿quieres ser mi estilista mientras preparo manzanas acarameladas?

Y la sonrisita que se formó en el rostro del menor fue todo lo que le bastó para prometerse a ella misma y a todo lo existente e inexistente que haría lo que fuera para proteger aquella sonrisa y ese ligero brillo en los amarillos ojos de su hermano.

ㅡBuenos días Samui, buenos días Tora ㅡ Saludo Inui sentándose a un lado del bicolorㅡ¿No te molesta que te diga Tora?ㅡ Hanemiya negó recargando su rostro en sus manosㅡ. Perfecto... Koko salió un rato antes que despertarán, y el líder quiere conocer al jefe del Inagawa.

Fuyumi suspiró girando su cabeza, encontrándose con la expresión seria de su amigo.

ㅡ Supongo que al fin conoceré a tu liderㅡsusurro pellizcando el puente de su narizㅡ Lo haré, tu cuidarás a Kazutora, y si mi novio aparece por aquí que no se te ocurra decirle donde fui.

ㅡFuyumi, el caramelo se quema...ㅡhabló Kazutora llamando la atención de su hermana, quien apago el fuego de forma rápida.

ㅡLo siento... Mañana hablaré con él, puedes traer a Baji y a Chifuyu.

ㅡMandona.

El silencio en aquel lugar era algo que aquel chico amaba, una de las pocas cosas que llegó a amar.

Su mente divagaba por cualquier lado, no sabia que hacer, su plan se complico en el momento en el que aquella chica apareció.

Aquella chica que había estado siendo la única cosa que se mantenía en sus pensamientos, solo pensaba en ella, olvidando por completo todo lo que había planeado tiempo atrás para llegar donde estaba. Samui se apoderó de él, y lo flecho por completo, aunque su intención nunca fue esa.

Ella era hermosa, y no se sorprendió cuando el capitán de la cuarta división la nombró como su pareja, con esa sonrisa que él tanto odiaba.

Pero aquel chico no tenia la culpa de nada, en absoluto.

"Serás mia".

La vista del mismo se mantenía concentrada en el lago que estaba delante de él, esperando alguna noticia importante o ver algo interesante.

ㅡYa vine ㅡse oyó una odiosa voz tras el varón, obligandolo a observar sobre su hombro encontrándose con su amigo y fiel peónㅡ. Te traje esto ㅡ extendio su mano entregándole la fotografía  que yacía en la misma.

Una sonrisa pequeña se pinto en el rostro del chico, causando que el contrario suelte una risa burlona de forma silenciosa.

ㅡQuiero saber más de Samui Inagawa ㅡ musitó con la fotografía de la chica en sus manosㅡ Y tú me ayudaras a saber más de la líder de este poderoso clan de la Yakuza.

Una burlona risa acompaño aquella conversación, confundiendo por completo al chico sentado allí.

ㅡ¿Planeas quitarle la novia a uno de los capitanes de la Toman?

ㅡ¿Qué si es así? ¿Acaso te entrometeras?

ㅡNo... Pero te diré algo gracioso ㅡ Tarareo sentándose a un lado suyo posando su cabeza en sus manosㅡ Tal parece que tuvo algo con uno de los Haitani... Ese día que apareció en esa pelea que tuvo Valhalla con Toman, ambos hermanos no alejaban su vista de ella, pero el mayor la miraba con desprecio, en cambio el menor, la observaba de la misma forma que Smiley la observa.

El varón frunció las cejas llevando su mano a su barbilla, percatándose del problema en el que se estaba por meter, pero... ¿Realmente arriesgaría todo por tenerla de su lado?Claro que lo haría, y sabia que debería pagar un precio por aquello, pero él siempre ganaba, estaba seguro de eso al cien por cien.

ㅡNo asesinaré a Lucifer con sonrisa... pero buscaré una forma de alejarlo de ella, y tu me ayudaras en eso Hanma. Samui será mía.ㅡ El nombrado sonrió ante lo que dijo su amigo, llevo el cigarrillo a su boca a la vez que palmeaba la espalda de Kisaki, soltando un silencioso "Lo sera".

Kisaki lo tenía todo planeado, aunque su único problema ahora eran Kazutora, Nahoya y Rindou.

Angel | Nahoya Kawata |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora