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Anastasia

Amaneció rápidamente. Anoche Christopher insistió con preocupación cuando vió que no salía del baño por lo que para no levantar sospechas de mi extraña actitud a sus ojos, limpié mi rostro y salí del baño. Unos minutos después, se fue a su habitación para que Ivana no sospechara.

Observé la hora en mi celular: 9:20 a.m.

Los planes que tenía para este día se habían esfumado, solo quería tomar el auto y largarme de la cabaña, refugiarme entre los brazos acogedores de mis padres y dormirme tranquilamente mientras sobaban mi cabeza con cariño. Necesitaba mi antidepresivo favorito: el chocolate. Tal vez es algo inmaduro para mi edad, pero siempre solía acabarme un tarro entero de nutella en la soledad de mi habitación, sumergida en mi pena, cuando los días se me hacían largos. Como ahora..

Dí dos vueltas en la cama negada a bajar y encontrarme con el rostro emocionado de Edward en su cumpleaños. Quizás fuera de mala educación no felicitarlo ahora, pero en estos momentos no me importaba.

Abracé la almohada dispuesta a intentar dormir pero unos suaves toques en la puerta me hicieron soltar un bufido de indignación ante la interrupción.

Abrí la puerta luego de levantarme de la cama, enredándome con las sábanas. Alice me sonreía desde el otro lado.

—Oh, lamento interrumpir tu sueño, no era mi intención. —sus mejillas se tiñeron del mismo color rojiso en su cabello, mostrándose realmente apenada.

—No importa, de hecho, ya iba a levantarme. —mentí para no avergonzarla más de lo que ya estaba.

—Bien, solo quería avisarte que ya está listo el desayuno. Ví que eras la única que no se encontraba en la mesa y..

—Entiendo. ¿Podrías esperar a que me cambie? Claro, si no es molestia.

—Si, claro.

Alice Williams era tranquilidad entre tanto caos. Su personalidad y la de Erick eran tan diferentes que empezaba a creer en la superstición de que los polos opuestos se atraen.

Aunque claro, siempre estaban las excepciones, como Christopher y yo. Eramos tan iguales que en el mismo momento que nos vimos y congeniamos por primera vez, nos atraímos sexualmente al instante.

Me di una rápida ducha, decidida a no hacer esperar de más a la pelirroja sentada sobre la cama. Ya había sido egoísta de mi parte hacerla esperar por mi, sabiendo que tal vez deseara desayunar cuanto antes.

Me vestí en el baño, y aún con el cabello mojado, salimos de la habitación.

Al llegar a las escaleras, noté como sostenía con más fuerza de la normal la baranda, deteniendo su paso abruptamente. La miré confundida viendo como sus ojos yacían cerrados y tomaba pequeñas y cortas respiraciones.

—¿Pasa algo? —pregunté preocupada.

Sonrío, empezando a andar nuevamente.

—Solo este pequeño que me causa ciertos malestares. —pronunció sobando su vientre.

Oh.

Así que de eso hablaba Erick al decirle que no debía saltar de la cascada por su estado.

—Estás embarazada. —afirmé.

—Exactamente de un mes y medio.

Se veía tan entusiasmada que fue imposible que no se contagiara el sentimiento.

Era absolutamente normal que no lo supiera, no tenía un vinculo muy cercano a ella ni a los Williams —exceptuando a Christopher y su padre, claro está—, por lo que no le dirían a una desconocida que un nuevo integrante llegaba a la familia.

AGRIDULCE © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora