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Christopher

Abro los ojos, anonado, cuando una luz incipiente aterriza contra mis párpados. Tengo que parpadear en reiteradas ocasiones para acostumbrarme a ella, notando que llega justamente desde la persiana mal cerrada de la habitación de Anastasia. Giro el cuerpo, tratando de buscar a la dueña del apartamento, imaginando que estaría dormida, con ese cabello largo y castaño tapándole la espalda y su culo respingón sobresaliendo de las sábanas, pero mucha fue mi sorpresa cuando noté que estaba solo.

La cama estaba vacía. La única huella que delataba que en efecto, si había disfrutado de su presencia, fueron las arrugas en la sabana.

—¿Ana?.

¿Estaría en el baño, tal vez?.

La busqué en el mismo, notando la misma soledad con la que acababa de despertar. Esperaba encontrar, como la última vez que dormí a su lado y no estaba, alguna nota que describiera el porqué se le estaba haciendo tan habitual dejarme solo y marcharse sin avisar.

Me coloqué los bóxers, en el suelo, con rapidez. Ansiaba descubrirla en la cocina, con poca ropa puesta y cocinando para ambos un delicioso desayuno, sin embargo no fueron las piernas largas y ese irreconocible cabello castaño el que encontré acaparando el lugar.

—¡Oh, lo siento, lo siento!. —la pelinegra se disculpó, tapando su rostro con la sartén que aún sostenía en la mano, mientras yo tomaba un almohadón de alguna de las sillas y tapaba mi ropa interior.

Hoy sin duda era un excelente día para amanecer con una erección mañanera, claro que sí.

—Discúlpame a mi.. yo, estaba buscando a Anastasia. —me regañé mentalmente por la vergüenza, prácticamente estaba casi desnudo ante la mejor amiga de mi novia y el momento no había sido nada cómodo.

La veo bajar el sartén, con cero incomodidad en su rostro, al contrario de eso, frunce el entrecejo.

—¿Anastasia?. ¿Que no está contigo?.

—¿Conmigo?. Pues eso mismo pensé, pero me levanto y resulta que no hay rastro de ella.

Aún con la mueca en la cara, la veo caminar hacia la isla de la cocina y tomar el celular que prende y se coloca en el oído. Da vueltas en el lugar, mientras yo solo me pregunto dónde demonios estará la castaña que se ha escurrido sin dejar ni una nota.

—Tiene el celular apagado.

Y es mi momento de preocuparme.

Esto no me está gustando.

—Llama a su empresa o su secretaria, mientras iré a cambiarme. —apenas la veo asentir con la cabeza cuando salgo corriendo a la habitación.

Veo la ropa que usé anoche en diferente partes del suelo, no tardo en ponérmela, por más arrugada que esté, no creo que sea esencial ahora preocuparme por mi imagen. Salgo con la misma prisa que entré, encontrando a la pelinegra tomándose la frente con desespero mientras cuelga.

—Nada, según su secretaria hace días no va a la empresa.

—Llamaré a Suset. —mi secretaria es la única que puede darme detalles, y realmente espero que se encuentre en WCC.

Williams Construction Company, ¿en qué puedo ayudarlo?. —reconozco la voz de Suset al otro lado de la línea.

—Suset, necesito que seas rápida y concisa, ¿Anastasia ha llegado?.

No señor, no la he visto en todo el día y puedo decir con certeza que no está por los alrededores.

Me magreo la cara ante la respuesta que sin duda no esperaba escuchar.

AGRIDULCE © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora