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Narrador Omnisciente

Ese mismo día por la madrugada, dos cuerpos se llamaban entre pensamientos. Uno, meditaba sobre si lo que hacía era realmente lo que deseaba, si el hecho de dejarse llevar por sus instintos y placeres le haría olvidarse de aquella meta que trazó hace años y por nada del mundo debía dejar atrás. El otro, luchaba contra los demonios en su cabeza para no pensar más en la suposición de que algo dentro de él, estuviera cambiando tan repentinamente. Pero ambos tenían una idea en común y era que por más que intentaran sacarse ese presagio del corazón y a esa persona de la cabeza, no podían. Ya no eran sus cuerpos los que se deseaban a más no poder, ya no era solo el placer carnal el que reinaba entre ambas personas y eso los asustaba.

Anastasia no podía dormir luego de las palabras dichas por Christopher. Por obra de Dios, o tal vez del diablo, alguien interrumpió su beso cuando justo pensaba pasar a otro grado. Siendo el baño de mujeres, Christopher se metió dentro de uno de los cubículos y favorecidamente, la chica que entraba usó uno de los que aún estaban vacíos y sin más salió, sin siquiera extrañarse de porqué la castaña estaba demorándose tanto en el retoque de su maquillaje.

Llegaron a un acuerdo y olvidando lo anteriormente ocurrido, ella salió primero del baño y exactamente cinco minutos después, saldría el magnate.

Nadie se extrañó al no ver la presencia de ambos en el salón, la mayoría si no se encontraba bebiendo o comiendo del exquisito banquete preparado, estaba conversando con amigos y familiares. Cada cual estaba en su mundo, menos Patrick, quien vió desde lo lejos a su hijo salir del baño acomodando su traje y el labial en su labio y no el extrañó dicha acción. Sabia que tenía una extraña relación con Anastasia Rumsfeld, él mismo había presenciado cuando ambos compartían de la intimidad de la noche aquel día en su cabaña, así que saber que se estaba besando con Dios sabe quién por ahí, no le preocupó en lo absoluto.

Ninguno pudo dormir esa noche.

Eran las seis y media de la mañana, cuando el sol se asomaba a lo lejos, que Anastasia salió de su cama a sabiendas de que no podría dormir más, mientas Christopher tomaba de su café en el comedor de su apartamento. Hacia una hora se había rendido ante la causa perdida del dormir y había empezado su día sin ánimos de trabajar. Ese día haría el trabajo desde casa, o por lo menos lo intentaría. Esperaba no quedarse dormido sobre los papeles.

***

Anastasia esperaba a que su mejor amiga despertara. Le hacía su desayuno favorito, tratando de disipar su mente y abriéndola para escuchar cada palabra de la boca de Isabella sobre cómo había pasado la noche anterior con el canadiense.

La pelinegra tenía un aspecto deteriorado. No sé sentía en los mejores ánimos para hablar pero..

—Fue un fracaso. —declaró.

—¿Cómo?. ¿Por qué?. —le cuestionó la castaña, sentándose en uno de los altos taburetes de la cocina, tomando de su café expreso.

—Resultó ser todo un galán falso de telenovela. Solo supo hablarme de sus viajes a Londres y Chile y las maravillosas montañas en las que se alojaban los Alpes en México. ¿Puedes creerlo?.

La castaña rio un poco ante la exageración de su amiga.

»—Por chat era un persona totalmente diferente a que era en persona. Fin.

Por lo menos se sentía tranquila de que no estuviera decepcionada de su búsqueda amorosa. Bien sabía que la italiana deseaba encontrar el amor como una desesperada y por eso pasaba noche en páginas de citas, luego de que se cansara de la vida salvaje de soltera, metiendo hombres diferentes cada día en su cama.

AGRIDULCE © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora