Christopher.
Hago una mueca viendo el plato con Tyropita¹ frente a mi; el apetito se me ha esfumado en un chasquido de dedos. Pido al camarero uno de los vinos que se encuentra en la carta —hablándole en un perfecto inglés—, y se marcha diciéndome que en un momento se me servirá. Si, es muy temprano para beber pero de alguna manera necesito apaciguar la resaca que me cargo en estos momentos, me da igual si es con más alcohol.
—Teniendo en cuenta la cantidad de toneladas que necesitan, puedo deducir que tardará algunos días en serle entregado. —mis pensamientos quedan a flote ante la voz de el director ejecutivo de ISOMAT.
—No hay problema, la paciencia es una de nuestras virtudes. —responde Anastasia, hasta ahora la conversación se ha tenido en inglés dado el hecho de que desconocemos hablar mediante el idioma natal del hombre, lo cual no crea ningún problema en el empresario.
—Bien, entonces sólo debe decirnos cuánto nos costará el envío del material y cerraremos el trato. —predice Marco, como buen jefe de finanzas que es.
El hombre se ve interrumpido por la llegada de uno de los camareros que deposita el postre en la mesa. Ordeno que retire mi plato con la pasta, haciendo una seña con mi mano y procede a llevárselo luego de un asentimiento.
El griego nos informa el costo —el cual como debía imaginar, es elevado—, y doy la confirmación de que apenas nos llegue a Nueva York el titanio, se le será trasladado a su cuenta el pago.
El sonido de un celular sonando taladra mis oídos y de inmediato mi vista se dirige al dueño del artefacto..o mejor dicho, dueña.
—Si me disculpan, debo atender una llamada, en un momento vuelvo. —dice con un tono netamente laboral y tras recibir un asentimiento por parte de los que se encuentran en la mesa se levanta.
Resoplo audiblemente fastidiado, en todo el día sólo nos hemos dirigido la palabra para hablar solamente de negocios y estoy empezando a agobiarme. La pregunta es.. ¿por qué? Si soy sincero esperaba que después de lo sucedido anoche nuestra relación se volviera más abierta, con más confianza..
Al recordar lo que pasó, mi temperatura corporal empieza a reaccionar a los vorátiles pensamientos que surgen en mi cabeza. Admito que fue una.. agradable sorpresa encontrarla en mi habitación con semejante atuendo.
Sacudo ligeramente la cabeza borrando inmediatamente el hilo que llevan mis pensamientos, no sería nada bueno a la vista que me vean con una erección en plena cena de negocios.
Anastasia vuelve a la mesa luego de un minuto, lo que me deja pensando..¿quién la habría llamado para que regresara a la mesa con una pizca de diversion en el rostro? ¿algún novio tal vez? Imposible, ella misma me dijo en la cena que tuvimos en Brooklyn Fare que estaba soltera.. no mentiría, ¿o si?.
—Me gustaría hacerles una invitación..
La confusión en nuestros rostros es notable ante la inesperada voz del hombre.
—¿Invitación?
—¿A dónde si se puede saber? —pregunta Anastasia.
—Déjenme les explico. —toma una pausa limpiándose las comisuras de los labios con una servilleta—. Me imagino que nunca antes han estado en Grecia, por lo que me gustaría invitarlos a un museo.
—¿Museo? —pregunta mi padre luego de mantenerse callado gran parte de la estancia en el restaurante, su presencia en la reunión no es necesaria pero como siempre, le gusta mantenerse al tanto de cada uno de los negocios de la empresa.
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AGRIDULCE © [COMPLETA]
عاطفيةCuando la sed de venganza es incontrolable, solo hay una manera de apagar su llama: haciendo justicia por nuestra propia cuenta. Anastasia Rumsfeld lo sabe más que nadie, por eso no podría vivir en paz hasta hacer pagar al culpable de la muerte de...