22. Mil veces sí.

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Los días habían pasado desde la boda y ahora éramos una linda pareja de recién casados para el mundo.

Cerré mi maleta un poco pesada por toda la ropa que había dentro. Resulta que los Ceo's habían decidido darnos unas vacaciones de quince días por todo este lío de la boda como unas disculpas.

Eran unas vacaciones para nosotros pero para el mundo era nuestra Luna de miel.

—Camille, ¿ya estás lista? —oí a Jay detrás de la puerta.

—Si, ya salgo —me eché un poco de perfume y salí con mi maleta.

—Vaya, que linda estás —me miró de arriba a bajo.

—Gracias, también vas lindo. —me sonrojé.

Salimos de casa y nos montamos en nuestro auto. Luego de algunas horas de viaje llegamos al hotel donde nos hospedaríamos, muy cerca de la playa.

—¿Lista para estas vacaciones? —me preguntó antes de cruzar las puertas del hotel

—Lista —lo miré y tomé su mano.

Al entrar hicimos todo lo referente y nos dieron las llaves de nuestras habitación. Si, una para los dos.

—Esto será interesante. —Jay abrió la puerta de la habitación y luego me dejó pasar primero.

Entré, no era una habitación muy grande pero era hermosa. Una cama matrimonial, en frente a ésta había un gran televisor. Una mesa en la esquina con algunas lámparas y esas cosas.

Mi vista se fue directo al balcón. Dejé mi maleta y abrí las puertas para salir y apreciar la linda vista hacia la playa.

Jay se detuvo a mi lado.

—Es muy linda vista —suspiró.

—Si, muy lindo —yo ya no estaba hablando de la vista a la playa, hablaba de él mientras lo miraba.

—Acomodemos todo y luego demos una vuelta por el hotel, ¿que te parece?

—Ok —sonreí y volví a entrar para acomodar mi ropa en el clóset.

Luego de un tiempo acomodando nuestra ropa salimos de la habitación dados de la mano.

—¿A donde vamos primero? —pregunté

—Tengo hambre ¿y tú?.

—También

—Entonces vayamos a comer algo.

Bajamos por el ascensor hasta el restaurante del hotel y pedimos algo ligero.

—¿A donde quieres ir ahora? —me preguntó.

—No lo sé, caminemos simplemente por ahí —me encogí de hombros.

Él me agarró de la mano y empezamos a caminar por el hotel mirando varias tiendas que habían por aquí y esas cosas.

Decidimos salir del hotel y caminar por los alrededores del lugar. Jay se soltó de mi mano y le compró una rosa a un señor que por ahí pasaba para luego venir a mí y dármela.

—Es para tí —se sonrojó un poco.

—Oh que lindo de tu parte. —lo abracé mientras olía la flor.

—Camille, se que esto es un poco precipitado pero... —se separó un poco de mí y me miró a los ojos— ¿Quieres ser mi novia?

Me quedé en shock.

Parpadeé un par de veces pensando que era un sueño pero no, era mi vida real.

—¿Y entonces? —el se veía ansioso ante mi silencio.

—Por dios, ¡claro que sí! —salte sobre él y lo abracé— Mil veces sí.

—Pensé que me dirías que no —hice puchero— Mi corazón estaba acelerado.

Puse una mano en su corazón e incluso latía más rápido que el mío en estos momentos.

Nos quedamos mirándonos y nos fuimos acercando hasta unir nuestros labios en un tierno beso.

—¿Creías después de todo lo que hemos pasado juntos te diría que no? —pregunté, obviamente refiriéndome a nuestros besos robados y nuestros acercamientos.

—No estaba seguro —hizo una mueca.

—Tonto —sonreí y le agarré de la mano para seguir caminando.

—¿Un helado?

—Esta bien

Nos dirigimos a una heladería que quedaba cerca y entramos para hacer nuestro pedido. Los dos pedimos helados de chocolate.

Mientras lo tomábamos nos sentamos en un banco que había en la plaza donde caminábamos.

—Um, está muy bueno.

—¿Quién, yo? —me miró pícaro.

—Me refería al helado. —lo miré por unos minutos para luego reírme de su loca ocurrencia.

—No da risa —me miró entrecerrando los ojos.

—Ok ok —aun me reía un poco.

—Tienes helado en la mejilla —me señaló.

—Aquí? —limpié un poco pero el negó.

—Aquí —se acercó y depósito un beso en mi mejilla.

—No tienes que poner escusas. Puedes besarme cuando quieras —lo miré mal pero en el fondo me había gustado su lindo gesto.

—No era una escusa —protestó— Es serio tenías helado ahí.

—Ok, como digas —sonreí y seguí comiendo mi helado al igual que él.

Fue una tarde muy divertida entre los dos. Fuimos a varias tiendas y lugares entretenidos del lugar y al final del día estábamos tan cansados que solo con apoyar las cabezas en la almohada nos quedamos dormidos.

FEVER メEnhypen - JayメDonde viven las historias. Descúbrelo ahora