Our Demons✔ [Dementia #2]

Capítulo 34

Madeline

Yo ya estaba preparada para comenzar a suturar la herida de Matthew, acerqué mi mano a su abdomen y él me frenó toscamente. Le fruncí el ceño y él suspiró.

—¿Estás segura de querer saber?

—Sí, lo estoy —zanjé con firmeza.

Entonces él me dejó seguir con el proceso, en cuanto empecé, su rostro se contrajo en una mueca, de igual forma yo no me detuve.

—Ya puedes hablar, Matthew.

—¿Qué quieres saber primero?

—¿Cómo lo hiciste?

—Tuve que pagarle a mucha gente. —Explicó— Además tuve que sacar a la luz mis dotes actorales.

—¿Así que actuaste de muerto y te enterramos vivo?

—Sí y no —pausó—. Sí actué y no, enterraron un muñeco.

—Se veía demasiado realista.

—Ya te lo he dicho, tuve que pagarle a mucha gente y con mucho dinero.

En ese instante no sabía si sentir más odio hacia Matthew o hacia sus cómplices. Habían realizado muy bien su misión, y eso me irritaba. Supuse que habían alterado el monitor de signos vitales y encontrado una manera para reducir los latidos al punto de parecer que su corazón ya no latía. Sumado al hecho que Matthew había logrado actuar muy bien de moribundo haciendo que me tragara por completo la farsa.

Contuve mis ganas de darle un puñetazo en la cara al castaño volviendo a hablar:

—Ahora, quisiera saber el por qué.

—Antes de hablar sobre esto, quiero que sepas que de veras lo intenté.

—¿Qué cosa, Matthew?

—¿Recuerdas de los que nos deshicimos la última vez? La familia.

Asentí con cierto recelo.

—No era solo una familia, eran muchos, demasiados más. Nos metimos en una red peligrosa, Mads. Por eso fingí mi muerte, aunque solo ustedes se enteraron, ellos no. Todo fue acorde a un plan. Así que, siguiéndolo, me di a la fuga para que siguieran mis pasos, que fueran tras de mí y no de ti. Traté de liberarnos de algunos porque no siempre cazan en manada y queda algún que otro solitario al que puedo asesinar, sin embargo, nunca dejaban de aparecer más. —Suspiró agachando la cabeza— Me alejé por tu seguridad, su seguridad, pero siempre volvía, aunque no me vieras. Te lo aseguro. Solo para saber que estabas bien.

Me contuve de taparme la boca con las manos para ahogar mi gritito. Por lo que tuve que conformarme solo con tragar saliva con dificultad, aparentando no perder mis estribos.

—¿Y por qué decidiste volver a aparecer entre nosotros?

—Por algo no previsto. Fue una horrible sorpresa. La última vez que vine a verte encontré una nota en la puerta de tu trabajo que decía que te habían encontrado. Sabía que iba dirigida a mí. Creí que era momento de enfrentarlo, no quería que fuera tan pronto y tan abrupto, sin embargo, no me quedó de otra que hacerlo.