Capítulo 32

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Pocos minutos de viaje después, estábamos los cuatro entrando al bar, las luces, la música, el olor a alcohol, personas chocándonos, y más, nos dieron la bienvenida

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Pocos minutos de viaje después, estábamos los cuatro entrando al bar, las luces, la música, el olor a alcohol, personas chocándonos, y más, nos dieron la bienvenida. La canción Horns me produjo una rara sensación de empoderamiento. Por esto mismo moví mis caderas ágilmente para acercarme a mi amiga y entrelazar mi brazo con el suyo para llevar la delantera y dejar a los otros dos por detrás nuestro. Ella me regaló una sonrisa perversa y asintió con la cabeza. Algunas miradas poco disimuladas nos inspeccionaron y sonreí ampliamente.

Dimos pasos seguros haciendo un lado a la gente que se nos ponía en el camino hasta llegar al final de la pista donde Tiff se puso frente a frente conmigo y alzó su dedo indicándole a alguien por detrás mío que se reuniera con nosotras.

—Señorita Petsch —pronunció alguien a nuestro costado, un joven poco más grande que nosotras, que le sonrió afablemente a Tiff.

—No me vengas con cordialidades Lawrence, ¿está Joseph?

De repente él pareció muy nervioso, y Tiffany suspiró agachando la cabeza.

—¿Debo lidiar con él?

—Sí, Joseph no está.

—Bien, dile que ya voy.

Dicho esto, el chico Lawrence asintió y desapareció entre la multitud para pasar por una puerta y adentrarse a donde sea que llevaba eso. Al poco tiempo, él estaba volviendo para indicarle a Tiff que ya podía ir.

—Esto me va a llevar más tiempo de lo planeado, así que relájense un rato —nos dijo y se fue acompañada de Lawrence.

Me giré sobre mis tobillos hacia los hermanos de atrás notando que uno de ellos ya no estaba, arrugué el entrecejo y el menor cuadró los hombros.

—Fue por un trago ni bien Tiffany nos dejó. —Aclaró.

—Oh, bueno. Entonces... hagamos lo mismo. —Objeté y esta vez fue él quien frunció el ceño.

No le di ni tiempo a responder que ya lo estaba arrastrando hasta la barra donde pedí dos tragos, uno para cada uno, y lo conduje hasta el centro de la pista de baile para comenzar a bailar con él, que aún estaba reaccionando. Empezó a seguirme el ritmo y empezamos a beber. Con alcohol en sangre todo era más sencillo. Los sentidos se me nublaron al tercer trago y solo prestaba atención a la música con la que me movía deslizando las manos por todo mi cuerpo, agachándome, moviendo mis caderas, mis piernas, mi cabello. Marvin no se había quedado atrás y de un momento al otro, después de unos cuantos tragos, asió una chica del brazo que lo correspondió al instante y se la pegó a su cuerpo para bailar con ella. Yo solté un gritito alentador todavía sola. Fui a por un trago y sentí una mirada pesada sobre mi nuca, me torné hacia él y le sonreí.

—¿Qué sucede?

—¿Cuántos has tomado?

—¿No crees que estoy bastante grandecita para saber cuál es mi limite, Matthew?

Our Demons✔ [Dementia #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora