Capítulo 22

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Nos encontrábamos estacionados en frente de casa, la divisé con la vista nublada por las lágrimas, recuperé la compostura sin despegarme de Marvin, era el único que estaba allí conmigo, Roy y Violet habían entrado

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Nos encontrábamos estacionados en frente de casa, la divisé con la vista nublada por las lágrimas, recuperé la compostura sin despegarme de Marvin, era el único que estaba allí conmigo, Roy y Violet habían entrado.

—Ey, ey, estás bien, estamos bien —me susurró y yo asentí—, ¿Pesadilla?

—Todos morían y era mi culpa.

Era así, estaba segura de ello. Ese hombre de la ventana, que había identificado extrañamente con el mismo que me había chocado en el centro comercial, era el que había cortado los frenos para verme muerta y el resto pagó el precio conmigo. Todo estuvo clarísimo cuando lo recalculé.

—Pero no sucedió, ¿sí? Solo fue una pesadilla.

—Pero puede suceder.

—No, no lo permitiremos —dictaminó—. Ven, vamos adentro.

Me tendió su mano y yo la tomé, hizo de que me pusiera de pie y avanzamos hasta la puerta que yo abrí y pasamos a la sala de estar con la cálida bienvenida de la tele con dibujitos de Violet y el aroma de lo que era el comienzo de una comida. Al poco rato, ya estábamos los cuatro cenando y comentando la película aunque la calma no duró mucho por la vibración del celular de Roy, él lo observó y agachó la cabeza resoplando.

—Lo siento, debo irme.

Sin más, nos saludó y se fue, quedando los tres de siempre. Aunque eso tampoco se prolongó demasiado ya que yo estaba cansada y al día siguiente debía ir a trabajar así que debía dormir bien. Regañé con la mirada a Violet que había amagado a lanzarse al sillón a ver la tele, ella sabía que su horario no era ese entonces apagó la pantalla y subió junto conmigo al piso superior. La ayudé a desvestirse y ponerse su pijama.

Se subió a la cama y se enrolló entre las sábanas, apagué la luz grande y dejé encendida una de noche que apenas iluminaba lo suficiente para que ella se sintiera cómoda. Besé su frente e inesperadamente sus brazos se aferraron en mí.

—Te amo mami —murmuró.

—Yo a ti.

—¿Mucho?

—Mucho.

—¿Hasta la luna ida y vuelta?

—Hace mucho no me decías eso.

—¿Sí, mami?

—Hasta la luna ida y vuelta.

Su nariz se juntó con la mía para rozarla de izquierda a derecha y me soltó. Se apoyó en su almohada y la observé hasta que se durmiera. Era un angelito, su respiración era tranquila y una sonrisa dulce adornaba su rostro que estaba medio tapado por sus rizos rubios, corrí uno de ellos y sonreí.

—Si algo te pasara me moriría. —Susurré deslizando mi dedo pulgar por su mejilla.

Liberé aire por la nariz y me levanté haciendo algo de ruido que me preocupó que la despertara, sin embargo, no se inmutó y siguió soñando plácidamente. Salí con sigilo cerrando a medias la puerta y me encaminé a mi habitación para agarrar mi ropa para dormir e ir al baño a darme una ducha. Me saqué lo que tenía encima y dejé correr el agua hasta que se hiciera caliente y pudiera meterme. Recorrió cada extremidad destensando mis músculos. Obligué a mi cerebro a espantar toda mala imagen que se cruzara por este. Rato después, salí envolviendo mi cabello rubio, ya largo, en una toalla y también mi cuerpo.

Our Demons✔ [Dementia #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora