Tras ese doloroso acontecimiento, la vida de Madeline pendía de un hilo aún más que antes, aunque trató de sobrellevarlo como podía apoyándose en otras personas.
Sin embargo, al instante en que abrió esa puerta y una oleada de recuerdos regresaron a...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al día siguiente lo único que quería era quedarme envuelta en esas sábanas para soñar con hadas y duendes en vez de encarar la realidad. Repetí una y otra vez en mi cabeza que todo saldría bien y que pronto seríamos nuevamente una familia feliz con una vida ordinaria sin más preocupaciones que el trabajo, la escuela, las amistades y los amoríos.
Ni tú te lo crees.
El positivismo que necesito en mi día.
Soy realista, no optimista.
Parpadeé varias veces como asimilando si estaba despierta o si aún seguía dormida y en cuanto vi la carita apenada del menor de los Hendrix con dos tazas de chocolate caliente confirmé que ya no estaba en un mundo mágico y alegre.
—No queríamos despertarte, las pequeñas ya están en el jardín y nosotros faltamos a la facultad, pero, ey, traje chocolatito. —Sonrió tiernamente alzando sus manos.
Agarré el almohadón detrás de mi cabeza y me aplasté el rostro contra él.
—¿Por qué no me dejas enojarme contigo?
—No me gusta que estés enojada conmigo, cuñada.
—Como vuelvas a llamarme así, la próxima vez el almohadón va para tu cara.
Desbloqueé mi vista y lo encontré riéndose de mí. Se acercó rodeando la cama hasta sentarse al lado mío hundiéndola un poco, extendió la taza y yo me acomodé apoyando la espalda contra el respaldo para luego agarrarla y beber un sorbo. Él suspiró y se me fueron las ganas de hacer lo que sea.
—En este momento me siento el peor mejor amigo. Siento tanto por lo que estás pasando Mads, pero Matthew casi que nos imploró para que no dijéramos nada.
—¿Desde cuándo le haces caso a tu hermano?
—Yo tampoco lo sé. No queremos meterte más preocupaciones sabemos que en cuanto conozcas la verdad podrías agarrarte algo fuerte y ser impulsiva.
—Ustedes estarían allí para evitar que me caiga.
—Siempre que pueda detendré tu caída, Mads, pero eres tan escurridiza. Te descuidamos un segundo y sacas un arma de quien sabe dónde.
—Tienes razón, yo sé que soy peligrosa en este estado. Sin embargo, prometo no alterarme...
—Madeline Sprouse, ¿tú piensas que seré tan ingenuo para caer en una pinky promise de niños? Tú no lo controlas, entiendo. Él tampoco lo hace, por eso es mejor que si un inestable ya anda suelto por ahí, no haya un segundo que aparente estar bien cuando en realidad está por estallar.
—Te lo estaría prometiendo en serio.
—¿Cuántas veces has hecho la misma promesa? Innumerables, no volveré a cometer el mismo error otra vez.