Veintinueve

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Veintinueve.

Carolina crecía por días y había mil anécdotas para escribir varios libros. Me divertía mucho cuando Daniel la tenía que cambiar y estaba manchada hasta arriba. Ana venía muy a menudo, siempre que el trabajo se lo permitiera. Y su organizadora de boda también.
- Es una pesadilla, tia- me dijo una tarde mientras le daba el pecho a Carolina.
- Bueno, mujer, no será para tanto.- le dije.
-¿Qué no? Creo que está enamorada hasta lo máximo de Tom y es muy fastidiosa. No pienso dejarle ver mi vestido y eso que insiste. No quiero, Mari. No quiero- y se echó a llorar.
- ¡Ains, Ana! No te preocupes, en una semana todo habrá pasado y la recordarás como algo más y ya está.
- Eso quiero, que llegue ya el sábado y se vaya donde mejor esté.
Le terminé de dar el pecho a mi hija y me levanté del sofá. Se la entregué a mi amiga y le dije.
- Voy a ducharme, cuida a tu querida sobrina.
- ¡Encantada! Carol, mamá se va y te deja con tu tía la loca. No sabe lo que hace.- la escuché decir mientras subía las escaleras para ir al baño.

Los días pasaron y la boda de mi mejor amiga llegó. Lucia espectacular con un traje de corte sirena con mangas de encaje y un cinturón de pedrería. Insistí que llevara mis pendientes de boda, pues habían sido regalo de mi abuela y se que a ella le encantaban, aunque al principio no quería. Pero mi abuela la llamó por teléfono y le dijo que, como no se los pusiera, que no la llamara más abuela. Así que los llevó.
Fue una boda muy bonita, Tom iba perfecto con un traje en color negro, camisa blanca y una corbata azul marino con palmeras negras, que la propia Ana le regaló las navidades anteriores. Cosa que hizo que Ana llorara en cuanto la vio.
En la celebración, todo fue perfecto. Y mi amiga, se desmadró. Bueno, ella y casi todos.
Yo lo único que deseaba era que todo le fuera perfecto, como a mí. Era mi mejor amiga y la hermana que nunca tuve. Siempre pendiente de mí y de todo lo que rodeaba.
Aunque había veces que me entraban ganas de matarla por sus locuras. Pero aún así, la quería demasiado.

Daniel volvió aquel día de trabajar muy contento. No entendía el por qué. Estaba pendiente de que nuestra hija no se diera ningún golpe, pues ya había empezado a andar. Ya tenía diez meses y había que tener con ella veinte pares de ojos.
-¿Qué te trae tan contento?- pregunté cogiendo en brazos a la niña.
- No te lo imaginas para nada.
- Dan, no soy adivina- dije sonriendo.
- Vamos hacer una película juntos Tom, Rupert y yo.
-¿En serio?
Asintió.
- Reunión de antiguos alumnos de Hogwarts- dije riendo.
- Eso parece.
- Me alegro mucho, tesoro.
Me dio un beso en los labios y cogió a la niña para jugar con ella. Se sentó en el suelo y empezó a darle juguetes para jugar.
Los miraba sonriendo. Y ahí comprendí cual era la felicidad.
Tenía todo lo que tanto soñé un día, mi casa, mi marido y mi hija. No sé si en un futuro cercano o lejano, vendrán más niños. No quería dejar a Carolina sola como hija única, pero ahora no quería más.
Daniel me miró y me indicó que me sentara con ellos. Y eso hice.
Me senté con ellos y Daniel pasó su brazo por mis hombros, acercándome a él.
- Te quiero, Mary.
- Te quiero, Daniel.
Y me besó en los labios, como aquel día en el piso de Ana cuando me besó por primera vez.
Mi felicidad estaba completa.

Fin

Bueno, hasta aquí está bonita historia con Daniel Radcliffe. Espero que os haya gustado.
Quizás, pronto haga otra, pero de otra manera.
Espero que me sigáis en mi otra historia "Dulce Amor".
Gracias a todas las que me habéis apoyado en este tiempo.
Sois las mejores
Besos.😘😘😘😘

El verano de mi vida (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora