Seis

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Espero que os vaya gustando. Me gustaría que dejaseis algún comentario.
Gracias!!!
Mari😘

♥️♥️

Salí de la habitación y me tropecé con Daniel por el pasillo. El pobre aún iba con la ropa mojada.
- ¡Ains, que apuro! No tenemos nada de ropa de hombre aquí. Ana vive con una compañera.
- No te preocupes. El pantalón no está muy mojado.
De repente, me acordé. Tenía una sudadera, y menos mal que la había echado en la maleta, de chico. Me la compré sin importarme nada, me gustó y eso era lo que importa.
Dejé a Daniel en el pasillo y volví a mi habitación. La cogí y salí.
- Toma, pontela. Al menos, estarás algo más seco. Vaya ser que tú te pongas malo.
Sonrió
- Pero, Mary...
- Nada. Pontela. Y ahora me das tu camiseta que te la seque ahí en la secadora que tiene mi amiga.
Él asintió y entró en el baño.
Me quedé sorprendida por mi comportamiento. Cada vez me costaba menos ser yo delante de él.
Me dirigí hacia la cocina a preparar té. Me gustaba tomarme uno por la tarde y en esas, apareció Daniel.
"Vaya como le queda la sudadera", oí a mí yo interior con una voz bastante acalorada.
- De verás, Mary, no hace falta que seques nada. Ahora llamo a mi padre y viene por mí.
- No me importa. De alguna manera, tengo que pagarte lo bien que te estás portando conmigo hoy.
- No es molestia.
Me dio la camiseta y nuestros dedos se tocaron. Me miró nuevamente y me quedé embobada con sus ojos.
El silbido de la tetera, me sacó de mi ensimismamiento. Me separé de él y me dirigí hacia la secadora. Menos mal que Ana tenía la lavadora y secadora en la cocina.
- ¿La nota era de Ana?
- Si. Por lo visto, se ha ido de fiesta
- O sea, te quedarás sola.- dijo Daniel y notaba como me miraba mientras yo programaba la secadora.
Me sentía nerviosa. El tenerlo allí, cerca de mí, tan cerca debería decir. Respiré hondo y el olor de su camiseta llegó a mi nariz. Era un olor fresco, de perfume de hombre. Su perfume.
Metí la camiseta y cerré la puerta. Me giré hacia él.
- Quédate conmigo un rato más- ¿Qué? ¿Yo había dicho eso?
- Esperaba que me lo dijeras.
- Daniel...yo... No quiero que pienses que soy una persona...
Se acercó a mí y se quedó plantado mirándome, a pocos centímetros de mí.
- No pienso nada, Mary. No eres de esas personas interesadas. Lo noto- dijo, poniendo un mechón de mi pelo, aún humedecido, detrás de mi oreja.
Sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo ante aquel gesto tan inocente. Mi mente dejó de pensar en aquel momento.

DANIEL.
No podía quitarme sus ojos de la cabeza desde el primer momento en la que la vi. No esperaba volver a encontrarmela más en la vida, pero todo cambió aquel día en la que la vi en el teatro de nuevo. Deseaba conocerla más.
Y ahora, me encontraba aquí, en su piso con ella. Sabía, desde primera hora, que ella no era de aquellas chicas que solo miran la fama.
"Ten cuidado, Daniel, te está empezando a gustar."
Demasiado, debería de añadir.
Sentí el impulso de besarla en aquel momento, mientras le ponía aquel mechón de pelo detrás de la oreja. Pero me contuve. No quería molestarla. Y mucho menos que pensara que soy un oportunista.
Pero si, me quedaría con ella todo el tiempo que pudiera.

MARY
Volví a la realidad. Me separé de él y le pregunté que si quería un té. Me respondió que si y me puse a servirlo.
Tenía la mente aún algo nublada. Habían sido los segundos más intensos de mi vida.
Nos sentamos en el sofá a tomarnos el té. Me contó sobre la película que iba hacer después del descanso que se había tomado. Me gustó mucho que me contara aquellas cosas. Yo le conté algo también de mi trabajo y de mi vida en España. Le llamó la atención que no tuviera novio desde hacía un tiempo.
Me encontraba muy agusto hablando con él. Me encantaba encontrarme con esos ojos mirándome.
"Cuidado, Mary, te estás enamorando demasiado", oí en mi mente.
Pero me daba igual. Sé que sería imposible que él se enamorara de mí, pero por aprovechar el tiempo no pasaba nada. Aunque podría salir herida. Pero en ese momento no me importaba.
-¿Te aparece cenar?- surgirí.
- Si. Estoy muerto de hambre- y río.
Me levanté tan rápido del sofá que tropecé con la mesita que estaba delante. Daniel, en un gesto rápido me cogió por la cintura, quedando mi espalda pegada a su pecho. Me sonrojé a más no poder.
- Gracias- susurré y me alegré de estar a espaldas a él.
- De nada.- dijo mientras me soltaba.
Me apresuré a irme hacia la cocina.
-¡Dios!- exclamé en un susurro y agarrándome a la encimera de la cocina.
Tuve que respirar un par de veces bien hondo para concertrarme y volver a la realidad. Me dirigí al frigorífico y saqué una pizza. La saqué del envoltorio y la metí en el horno.
Saqué un refresco de cola, me acerqué al mueble y cogí un par de vasos. Lo dejé todo encima de la encimera y miré hacia el salón.
Allí estaba él, sentado en el sofá, mirando su móvil. Una sonrisa salió de mi boca en el momento que el horno sonó indicando que la pizza estaba lista. La saqué y la puse en un plato. Cogí los vasos y los refrescos y me dirigí hacía el salón con ellos.
-¿Te ayudo?- dijo levantando la vista hacia mí en el momento que ponía los vasos en la mesa.
- Solo me queda coger la pizza.
- No te preocupes, voy yo. Siéntate, ahora vengo- dijo levantándose y dirigiéndose a la cocina.
Apareció al momento, con el plato entre las manos. Lo colocó en la mesa y comenzamos a cenar.
Esto me parecía algo tan normal y por un segundo, pasó por mi mente que esto podría llegar a algo más.
Aunque era un imposible..

El verano de mi vida (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora