Diecinueve

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Bueno, antes q empecéis a leer, solo quiero recordaros q ya queda poco.
Seguid votando por fis!!!
Esta capítulo se lo dedico a dos de mis lectoras. Muchas gracias por los votos y por vuestra atención. Espero que sepáis quienes sois.
Os dejo con Dan y Mary

♥️♥️

Me estaba duchando cuando oí que llamaban a la puerta del baño. En casa sólo estábamos Daniel y yo. Después de llegar de la casa de sus padres, me metí a duchar.
Corté el agua y abrí un poco la mampara del baño.
-¿Mary?- lo oí llamarme a través de la puerta.
- Dime.
- ¿Puedo pasar?
- Claro.
Daniel abrió la puerta del baño y entró. Pensé que querría hacer alguna necesidad, pero pronto descubrí que no era así. Lo miré con las cejas levantadas.
-¿Qué sucede?- pregunté extrañada.
- Me preguntaba si me dejabas ducharme contigo.
¿Desde cuándo Daniel era tan directo en estas cosas? Me extrañó, pero por otra parte me gustó la idea. En mi cara, se dibujó una sonrisa algo pícara. Abrí un poco más la puerta de la ducha, invitándolo así a entrar. Hasta yo misma me sorprendí de aquel gesto.
Daniel se despojó de su ropa en nada y entró conmigo a la ducha.
-¿Puedo?- preguntó señalando la esponja de baño que tenía en la mano.
- Claro- y se la di.
La cogió y me indicó que me girara. Y eso hice. Daniel comenzó a lavarme la espalda. Apartó mi pelo mojado hacía uno de mis hombros. Sentí como me dio un beso en el cuello y un escalofrío recorrió mi espalda.
- ¿Me pasas la alcachofa de la ducha?- me preguntó y se la pasé.
Le di al grifo y él empezó a enjuagarme la espalda. Una de sus manos empezó a masajearme el cuello. Se sentía tan bien... Me dio la ducha y la puse en su sitio, cerrando el grifo. Daniel siguió con su masaje, guiando sus manos hacia mi espalda. Hizo aquel mismo recorrido con besos. Mi piel se erizaba por dónde me iba besando. Colocó sus manos alrededor de mi vientre, abrazándome por detrás, siguiendo con besos por mi cuello. Me giré dentro de su abrazo.
Lo miré y me sonrió. Cada día que pasaba, más me gustaba su mirada. Levanté una de mis manos hacia su cara, la coloqué en su mejilla y lo besé. Él me apretó más contra su cuerpo y me siguió el beso. Apoyó mi espalda contra la pared. Empezó besarme del cuello para abajo. Sus manos recorrían mi cuerpo. El deseo porque me hiciera suya, iba a más. Daniel se dio cuenta y me provocó más, besándome por el pecho. No aguantaba más. Llevaba todo el día de ayer y el de hoy provocándome.
Le levanté la cabeza hacia mí y, deseosa de él, le dije:
- Hazme tuya, ya.
Daniel rió. Me besó y yo, levanté una pierna hacía sus caderas.
- No sabía que fueras así- dijo Daniel acariciando mi pierna antes de ayudarme a levantar la otra.
Colocó sus manos debajo de mi trasero y empujó hacia arriba quedando mis piernas alrededor de sus caderas.
- Tú tienes... La culpa- dije mientras sentía que entraba en mí.
- Señorita, eres mi vicio más bonito.- dijo y me besó.
Creía que me iba a dar algo mientras Daniel me hacía el amor allí en la ducha. Hundí la cara en el hueco de su cuello cuando sentí que el placer llegaba. Él, me siguió casi de inmediato. Me ayudó a bajarme de sus caderas.
-¿Estás bien?- preguntó cuando vio que me llevaba la mano al pecho.
Asentí.
- Nunca... Nunca lo había hecho así.
- Me alegro de ser el primero- respondió y me besó en el hombro. - Ven, terminemos de ducharnos.
Volví a asentir y Daniel abrió el grifo.

Después de aquella ducha, preparé la cena. Agradecí que Daniel se quedara aquella noche en casa conmigo.
-¿Hoy si me dejas dormir contigo?- preguntó en una sonrisa.
- Si, hoy si. - Reí.
Poco después de cenar, nos fuimos a acostar. Él se acostó boca arriba, lo que me dejaba poder poner mi cabeza sobre su pecho. Creo que me dormí, lo último que recuerdo es a Daniel recorriendo mi brazo con sus dedos.

DANIEL.

Pasar esos días con ella, me devolvía la felicidad. Por temas de trabajo, tuve que dejarla y volver a la rutina. Me dolió en el alma dejarla en su ciudad, pero ella misma me dijo que tenía que volver al trabajo. Ahora, teniéndola entre mis brazos, recompensaba todos esos momentos pasados. La quería más que a nada.
Había pasado muchos días pensando cómo sería la siguiente vez que nos viéramos. No me esperaba para nada que ella viniera a Londres y aquí estaba.
Cada minuto que pasaba con ella, solo quería besarla y estar con ella. Sabía que, Mary le pasaba lo mismo que a mí.
Debo de admitir que, lo pasado hacia unas horas en la ducha, me extrañó hasta a mí. Que Mary me pudiera que la hiciera mía me pilló por completo desprevenido.
Aunque admito que me gustó.
Pasara lo que pasara, lo único que quería era pasar el resto de mi vida con ella. De eso estaba totalmente seguro.
Ella era la mujer que siempre quise tener a mi lado.

El verano de mi vida (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora