Nueve

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Aquí os dejo otra entrega.
Me gustaría que me dejaran algun comentario para ver qué les parece.
Un saludo!!! 😚

♥️♥️

Ana me convenció para salir aquella noche. La verdad es que me apetecía salir con ella, dar una vuelta, tomarnos algo y por qué no, bailar. Mi amiga me dijo que conocía una discoteca latina por un barrio londinense.
Una de sus excusas fue que hacía mucho tiempo que no salíamos juntas. Y era verdad.
Daniel aquella noche tenía una entrevista en la radio y se alegró que saliera con mi amiga. Mi relación con él era perfecta. Poco después de aquel beso me pidió que fuera su novia.
Así que, aquella noche me arreglé, dispuesta a pasármelo lo mejor posible. Me puse un pantalón negro estrecho, una blusa lencera  blanca y una chaqueta rosa. Unos botines negro de tacón y un bolso también negro completan mi look. Me maquillé un poco y me alisé el pelo.
- Qué pena que cierto actor no te vea si no cae rendido a tus pies, Mary.- dijo mi amiga cuando llegué a su lado en el salón.
- No digas tonterías, Ana- tuve que reírme.
Nos fuimos. Según ella, habíamos quedado con algunas compañeras de su compañía que yo ya conocía.
Fuimos a la discoteca que mi amiga me había dicho. Había bastante gente pero se estaba bien. Nos pedimos unas bebidas y nos pusimos a bailar.
Hacia tiempo que no me lo pasaba tan bien con Ana.
Reímos, bailamos, como habíamos hecho tantas veces antes de que se viniera a Londres.
No sé cuánto tiempo llevaría bailando cuando sentí unas manos en mis caderas. Me asusté en un principio, pero antes que pudiera girar la cabeza, su olor inundó mi nariz.
Daniel.
Me giré hacia él sin que me soltara de las caderas. Sonreí.
- No sabía que bailaras tan bien. -dijo en mi oído.
- Tengo mis secretos, ¿Sabes? - respondí alzando una ceja.
Daniel rio.
Se veía tan guapo sonriendo.
Y sin importarme nada, ni quién nos viera. Lo besé. Él me siguió el beso.
-¡Ey, parejita! Hay como cien personas pendientes de vosotros- rió mi amiga. Bajó un poco el tono y dijo cerca de mi oído- Tía, te estás dando el lote con Daniel aquí enmedio y hay como unas pocas de chiquillas con más mala cara viendo cómo besas al famoso Daniel Radcliffe.
Pasé la mirada por la sala y algunas chicas estaban mirándonos. Sentí las manos de Daniel apretándome más hacia él.
Le contesté a mi amiga en español para que Daniel no se enterara, girandome hacia ella.
- Quien puede, puede.
Lo dije en tono irónico, pero Ana se rió y siguió bailando.
Puse las manos sobre los antebrazos de Daniel y le pregunté:
- ¿Bailas conmigo?
Él simplemente, asintió.
No sé cuánto tiempo estuvimos bailando, pero me estaba divirtiendo como hacia tiempo que no lo hacía. Tenía a mi mejor amiga y a mi novio al lado, más no podía pedir.

Daniel tenía compromisos en Nueva York y estaría fuera de Londres como unos diez días. Me pidió que fuera con él, pero me negué. Más que nada porque no quería molestar, aunque él decia que eso no era así. Por mucho que me doliera no estar con él durante unos días, sabía que, cuando yo volviera a España iba a estar incluso más tiempo sin verlo. Así que él se marchó, aunque vino a casa para desayunar conmigo antes de irse.
- No quiero que estés triste, Mary. Diez días pasan volando. - me dijo.
- Lo sé, pero ahora que estamos juntos...
Me calló con un beso, dulce y apasionado a la vez. Sus manos sujetaron mi cintura y las mías volaron hacia su cuello. Sentí como me apretaba contra su cuerpo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sentí su mano recorriendo mi espalda.
Nunca me habia besado así en estas dos semanas que llevábamos juntos.
- No quiero que pienses lo que no es. Te quiero sola y exclusivamente a ti, Mary. - dijo separándose de mí un poco.
Asentí. Sentía que no podía articular palabra.
"Este hombre acaba conmigo", escuché decir a mi yo interior.
No podía estar más de acuerdo.
Cuando se marchó, acordó en llamarme todas las noches. Me besó, con un beso menos apasionado que antes pero igual de dulce.
Me quedé mirando por la ventana mientras él subía al coche. Se dio cuenta y me saludó con la mano. Entró en el coche y se marchó camino al aeropuerto.
Esperaba que la espera no fuera muy larga. Estaba ya tan acostumbrada a verlo todos los días que estar varios días sin él me resultaba raro.
Él cumplió con llamarme todos los días, tanto por teléfono como por vídeo llamada. Me comentó que las entrevistas, programas y demás iban perfectos. Sólo le quedaba un par de reportajes de fotos y un programa de radio y volvía hacia Londres. Me pasaba todos los enlaces de los programas para que los viera.
Se veía tan profesional, tan seguro de sí mismo...
Pero las ganas de abrazarlo y besarlo aumentaban cada día que pasaba... Sólo deseaba su regreso.

El verano de mi vida (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora