Quince

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He querido añadir esta canción hoy.
Me recuerda a los sentimientos de nuestros protas!!
Un saludo
Mary

♥️♥️

ANA.
Nos sentamos en la sala de espera que había cerca de la habitación donde estaba mi amiga. Yo seguía sin creerme lo que había pasado. Pero, al igual que Daniel, necesitaba saber cómo había sucedido todo.
- Mi hija salió de trabajar y se dirigía a coger el coche. Cruzó la calle, antes mirando a ambos lados. De repente, un coche pasó a bastante velocidad, golpeándola. La dejó allí tirada, pero por suerte unos compañeros suyos llegaban de trabajar con unos de los coches de la empresa y pudieron parar al hombre. Llegó la ambulancia y la policía de inmediato. La suerte de mi hija fue que llegaron esos compañeros y otros salían de la oficina detrás de ella, si no... No quiero ni pensar lo que podía haber sucedido- contó Lucas.
Lucia, su madre, no paraba de sollozar con la cabeza apoyada en el hombro de su marido.
- ¿Cómo puede a ver gente tan descuidada?- dije bastante enfadada.
Sentí como la ira afloraba en mi interior. Nunca comprenderé a esas personas que conducen como locos.
Mi amiga estaba fuera de peligro, eso sí, pero no sabíamos cuando despertaría. Miré a Daniel, quien apretaba los puños sobre sus piernas. Sabía que sentía lo mismo que yo. Por poco nos arrebatan a una persona especial para los dos. Pero mi amiga era más fuerte de lo que pensábamos y saldría de esta como toda una campeona.
Daniel se levantó, sabía que estaba enfadado. Le dio un fuerte golpe a la pared con el puño. Me levanté corriendo hacia él, seguido de Lucía y Lucas.
-¡Daniel! Tranquilízate, no vas a lograr nada con eso.- le dije retirándolo de dónde estaba.
- Hijo, no hagas eso- dijo Lucía y miró la mano de Daniel. Yo hice lo mismo.
Tenía la mano ensangrentada. Quise decir algo, pero en ese momento llegó una joven enfermera al escuchar el golpe.
-¿Qué ha pasado?- preguntó mirando la escena.
- Sólo se ha puesto nervioso.- dijo Lucas.- ¿Podría curarle la mano, por favor?
Por un momento, pensé que le iba a echar la bronca, pero cuánto vio a Daniel, su cara cambió. Sé muy bien que vio el color de sus ojos. No sé si lo reconocería, pero sí que quedó prendada del color de sus ojos.
Puse los ojos en blanco.
-Daniel, que te cure pronto, tu novia te espera- mis palabras hicieron efecto sobre la enfermera.
- Ahora vengo.
Salió de la sala y volvió a los pocos minutos con vendas, cristalmina y yodo para curar a mi amigo. Pero no dijo nada, solo se limitó a curarlo. Yo la miraba con la ceja alzada. Daniel era el novio de mi mejor amiga y no pensaba dejar que nadie se le acercara y menos ahora.
"Hay que ver que aptitud tienes, Ana", oí decir a una vocesita en mi interior.
Vamos, si Mari estuviese allí, la colleja en la cabeza me la hubiera llevado. Ella no era celosa, la verdad, pero a veces parecía no entender que su novio era más que famoso.
Cuando aquella muchacha terminó de curar a Daniel, se marchó y con su marcha, olvidé todas las paranoias que pasaron por mi cabeza.
- ¿Puedo estar un rato con Mary a solas, señora?- oí preguntar a Daniel a Lucía.
- Claro, hijo. Pero no me llames señora, solo Lucía.- dijo la madre de mi amiga, que para mí también era como mi madre.
Daniel asintió y se marchó hacia la habitación de mi mejor amiga.

DANIEL
Entré de nuevo en la habitación de Mary. Aún me parecía imposible que ella estuviera así. No podía creer en las imprudencias de la gente. Casi le arrebatan la vida. Gracias a Dios, que estaba fuera de peligro.

Pasarían unos tres días y yo no me movía del lado de mi novia. Sólo lo hacía para lo justo, ir al hotel a ducharme y cambiarme de ropa. Insistía en quedarme cada noche con ella, aunque sus padres insistían en que me fuera a dormir al hotel, pero yo no quería, por mucho que me dijeran que evolucionaba bien, pero no despertaba aún.
Aquella mañana, sus padres habían ido a su casa para ducharse y cambiarse de ropa. Yo estaba solo con ella en la habitación. Tenía su mano izquierda cogida con la mía. De repente, sentí como la movía. Me levanté de la silla, rápidamente. Quizá lo había soñado. Pero no, su mano volvió a moverse y vi que, sus párpados también.
-¿Me oyes, Mary?
Sus párpados empezaron a abrirse poco a poco. Parecía algo confundida. Parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz. Giró la cabeza levemente hacia mí.
-¡Dan! ¿Qué... Qué ha pasado?- dijo en un hilo de voz.
- Has tenido un accidente. Tranquila, no te muevas.
-¿Un accidente?... No... No recuerdo nada... ¿Dónde estoy? ¿Tú... Aquí?
- Estás en tu Ciudad. Tranquila. Ana me contó todo, estamos los dos aquí. Nos tenías muy preocupados. Menos mal que has despertado.
Me acerqué a ella y besé levemente sus labios.
- Voy a llamar al médico y llamo a tus padres. ¡Dios! Qué alegría que hayas despertado.
Salí lo más deprisa que pude de la habitación y avisé a una enfermera que entró en la habitación de Mary acompañada de un par de médicos casi al instante. Aproveché el momento para llamar a sus padres y a Ana. Su padre me dijo que irían lo más pronto posible. Ana me dijo que venía en camino.
Entré a la habitación donde los médicos examinaban a Mary. Ella me miraba perpleja. Yo le sonreía. Me alegraba muchísimo que ya hubiera despertado. Sentía que mi corazón volvía a latir con normalidad.

Aquella tarde, Ana y yo nos encontrábamos con ella en la habitación de nuevo. Le habían retirado algunos cables al comprobar que ya estaba mejor.
- Menudo susto nos has dado, amiga- dijo Ana.
- Todo fue tan rápido... Iba cruzando la calle y de repente, me despierto aquí.- dijo y suspiró.
- Bueno, eso de repente... Te has pegado cuatro días dormida, tía- dijo Ana irónicamente.
Tuve que reírme con las palabras de Ana. Desde luego, como decía Mary, nuestra amiga era un caso fuera aparte.
- Y tú...¿Lo has dejado todo en Londres por venir aquí?- preguntó mi novia mirándome.
- Eso es obvio. Tú eres lo más importante para mí, Mary.- le respondí y me senté en la cama con ella.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y se llevó la mano izquierda a la boca.
- ¡Oh, Daniel!
- Shh, no llores. No pasa nada, dejaría lo que fuera por ti, eso no lo dudes.
Me acerqué a ella un poco más y le aparté la mano. Le acaricié la cara y le di un beso en los labios.
- ¡Eh, parejita! Estoy aquí no lo olvidéis. - exclamó Ana.
Me separé de Mary y esta rió ante la ocurrencia de su amiga.
Pero todo lo que le había dicho a Mary era verdad, estaba dispuesto a dejar lo que fuera por ella. El trabajo podría esperar, pero su salud y su vida era lo primordial para mí.

El verano de mi vida (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora