Capítulo 23.

607 54 8
                                    

"Renata"

Quita mi camisa de un tirón y con la otra mano desabrocha mi sujetador, me asombra la destreza y rapidez con que lo hace. Lame mi cuello provocándome escalofríos que recorren toda mi columna vertebral, me froto desesperadamente contra su erección una y otra vez, estoy segura de que estoy hecha agua.

—¡Por favor! —suplico, no soporto más.

—Por favor, ¿qué? —me da una fuerte nalgada que casi me hace llegar al orgasmo y ahora él se frota duramente contra mí clítoris.

—Te quiero dentro de mí —pido jadeante.

—Aún no pequitas —en un ágil movimiento me da vuelta contra la pared y roza su miembro en mi trasero —. Quiero disfrutarte tanto, que no me alcanzará la noche —baja mis pantalones junto con mi bragas y me da un mordisco en la nalga que hace que pegue un grito de placer.

—¡Miguel! —demando poniéndome de puntillas con mi mejilla pegada a la pared.

Levanto mis pies para que termine de quitar mi ropa interior del suelo. Doy un pequeño brinquito cuando siento su lengua recorrer mi clítoris y luego mi trasero, me lame con total descaro sin dejar una parte de mi intimidad sin transitar. Me sostengo de la pared como puedo mientras su lengua está haciendo un trabajo espectacular, creo que voy a desfallecer.

—¡Ahh! ¡Voy a correrme! —succiona mi clítoris haciéndome estallar de placer.

Sin darme tregua me carga y me pone en la cama, aun disfruto del orgasmo mientras él se quita su ropa sensualmente frente a mí. Al ver su pene se me hace agua la boca; es largo y grueso, de tono rosado y no tiene vellos. Me pongo de rodillas en la cama y toco mi humedad con una mano, con la otra lo toco a él y poco a poco lo acerco a mí, el color de sus ojos se pone oscuro.

—Es muy bonito —digo lamiéndome los labios y él suspira. Voy agachándome hasta que mis labios besan la punta de su miembro, inicio pasando mi lengua saboreándolo lentamente y luego voy introduciéndolo en mi boca.

—Renata —proclama y cierra sus ojos.

Yo continúo lamiéndolo y chupándolo, hasta que su punta toca mi garganta y sólo alcanzo a llegar a la mitad, trato de no ahogarme, pero mis ojos lloran y lo saco de mi boca. Miguel se cierne sobre mí para besar uno de mis pechos y cuando lo hace toma de mi leche descargándolo un poco.

—Deliciosa —hace lo mismo con el otro, jamás pensé que un acto así fuera tan erótico. Se posiciona en mi húmeda entrada.

— Mírame —exige, mientras sus ojos destilan tanta pasión —. Te amo —declara y entra en mí de una estocada, el dolor y el placer se mezclan. Estoy estrecha y todo mi cuerpo tiembla, sus labios y su lengua recorren mi cuerpo mientras sus caderas se mueven a un ritmo lento.

Sentir su carne en mi carne, es como si su alma estuviera unida con mi alma, simplemente me ha robado el aliento. Si no es amor tiene que ser algo muy cercano, pero ¿cómo es posible? Si yo no lo recuerdo, si no recuerdo haber estado enamorada.

Sus caderas aumentan el ritmo, aruño su espalda y lo aprieto con mis piernas, eso lo enloquece pues hace sexys sonidos roncos, al parecer mi cuerpo recuerda lo que le gusta, aunque mi mente no. Estoy muy cerca de alcanzar otro orgasmo y alzo mis caderas un poco para sentirlo más, él arremete con fuerza y es todo, estoy a su merced completamente. La sensación es extraordinaria, presa del placer cojo una almohada para ahogar mi grito y él me la quita para besarme. Lo siento vaciarse dentro de mí hasta caer rendido.

Sale con cuidado y yo no me puedo ni mover. Los dos tomamos grandes bocanas de aire, esto fue muy intenso y ardiente.

—¿Ya no estas molesta? —ríe él muy descarado.

PEDAZOS DE MI ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora