Capítulo 25.

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—Te repito nuevamente; no pueden mover al paciente a otro hospital. Él morirá 10 min después de haberlo subido a ese helicóptero.

—Miguel, la familia es quién esta ordenando moverlo, ya les expliqué el riesgo. Firma el papel —el doctor Melet colocó el bolígrafo encima de la hoja.

—Jamás firmaré esto, no voy a dar mi consentimiento para asesinar a alguien. ¡A penas tiene 19 años!

—¡Por Dios, Hunt! ¡Es el hijo del gobernador! Tú crees que no buscará la manera de sacarlo de aquí.

—Pues no será por mí, que busque otra manera. Además, no comprendo cómo alguien decide por la vida de su hijo de esta forma tan fría, él aún tiene esperanzas de recuperarse —respiró profundo, se sentía completamente agotado —. Déjame hablar con él.

—De ninguna manera, no quiero que te involucres en esto.

—¿De qué hablas? Es mi paciente.

—Habló de que cualquier cosa que pase con él, seré yo quien asuma toda responsabilidad.

—¿Por qué? —Miguel podía percibir el nerviosismo del doctor Melet.

—¡Porque soy el encargado de este maldito hospital!

Miguel lo observó con desconcierto, en tantos años de conocerlo jamás lo vio actuar así. Ciertamente estaba por el camino correcto investigando a la ELAD, ya no tenía dudas de que este caso también tenía que ver directamente con ellos y averiguaría el trasfondo de todo.

"Renata"

Acababa de darle de comer a Violeta y le sacaba los gases. No podía olvidar el sueño que tuvo y si Miguel estaba con ella sólo por su hija, sacudió su cabeza tratando de no pensar cosas negativas. Con mucho cuidado la acostó en su cunita, ella comenzó a cerrar sus hermosos ojitos esmeralda, su hija era igualita a su padre. Salió de la recámara sin hacer ruido.

—Esta dormidita, iré al jardín cuando despierte me la traes, por favor —le indicó a una de las niñeras que Miguel había contratado para que le ayudaran con Violeta.

Se detuvo en medio del pasillo, miró hacia la izquierda y había dos habitaciones más, sintió el impulso de husmear un poco, pero decidió seguir su camino. La casa era enorme y hermosa, pese a que no recordaba nada de su pasado se sentía muy cómoda en la casa, su ambiente cálido la hacía sentir que ese era su lugar.

Sacó su celular y le marco a su madre, hablo por una hora con ella y su hermana. Estaban locas por verlas, especialmente a Violeta. Luego le marcó a su amiga Edith le comentó lo del sueño y la sensación rara que tenía después de eso.

—Puede ser un recuerdo.

—Entonces, ¿él no me quería?

—Si te quería, pero le costó admitirlo.

—¿Le costó admitirlo? Edith, tú sabes que cuando uno ama no cuesta admitirlo —bajo el tono de voz, la niñera venía con violeta en brazos.

—Se acaba de despertar señora; le cambié el pañal, la limpie y le cambie de ropa —la puso en sus brazos y Renata asintió agradecida.

—Renata... eso depende de cada persona, para unos es más fácil que para otros.

—Cómo deseo mi memoria de regreso, me siento tan insegura emocionalmente.

—¿Quieres decir que te sientes enamorada?

—Yo... no lo sé, bueno sí.

—No imagines cosas, Miguel te ama, si hubieras visto como estuvo los días que estuviste en coma. Parecía muerto en vida.

PEDAZOS DE MI ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora