Capítulo 9.

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Nuevamente, el sentirme sola hizo que me despertara, él no está a mi lado. Recuerdo que puso su cabeza en mi estómago, lo acaricié y luego debí quedarme dormida. Me levanto a asearme y colocarme mi pijama; un short de seda corto y una camisa de tirantes, después de cepillarme los dientes voy a buscarlo a su despacho, cuando estoy cerca disminuyo el paso al escuchar una voz de mujer.

—¿¡No entiendo qué ha cambiado!? —se escucha molesta. Me acerco a la puerta un poco para escuchar mejor.

—No hay nada que entender, siempre he sido claro contigo.

—No me refiero a eso Miguel, yo siempre he sabido que te compartía y nunca te exigí nada. Te perdías por meses y yo siempre te esperaba, ¿Qué ha cambiado?

—Es mejor que te vayas, ya es muy tarde —la voz de Miguel es fría.

—¿Qué me vaya? ¿De verdad quieres que me vaya? —escucho pasos, seguramente se está acercando a él. Quiero entrar y decirle que se largue, pero en vez de eso pego mi oído a la puerta.

—Sí, quiero que te vayas —responde sin titubear.

—Pero podríamos divertirnos un poco, aquí mismo, en este instante —¡Dios! Siento que me voy a desmayar —. Extraño mucho que me poseas, que tomes de mi lo que quieras y extraño que juguemos sucio —. ¿¡Y estos que se creen!? ¿¡Los Grey!?

—Janina—hace una pausa —¡basta! Vete y... —no lo dejo terminar y abro la puerta.

Miguel está parado cerca de su escritorio tomándola del brazo, al parecer intentado poner distancia, pero ella está casi encima de él. Al verme, él levanta una ceja y con tranquilidad se acerca a mí, ella se da la vuelta despacio y me escanea de pies a cabeza.

—Lo siento, me desperté y no te vi en la cama —Miguel mete las manos en sus bolsillos y sonríe viendo mi cuerpo con descaro. Ella se sorprende ante lo que acabo de decir, me ve por unos segundos y luego lo ve a él como esperando una explicación.

—Tuve que atender a Janina. Renata, ella es Janina una amiga. Janina, ella es Renata mi pareja —quiero gritar de alegría, pero me contengo y disimulo.

—Ya veo, ella es la razón —Miguel le dedica una mirada que la hace agachar la cabeza, incluso se me erizó la piel.

—Puedes irte, buenas noches —en sus palabras no hay nada de cortesía. Janina toma su bolso fino, me ve nuevamente y sonríe falsamente. Me hago a un lado dándole espacio para que salga, indignada sale por la puerta.

Ahora no sé qué hacer, ni qué decir, me presentó como su pareja y debería poder reclamarle. ¿No? ¿Desde cuándo me he vuelto tan insegura?

—En lo que tengo de conocerte, es la primera vez que te quedas callada —se acerca a mi seductoramente, con su mirada llena de fuego.

—Porque por primera vez, no sé qué papel tengo en la vida de alguien —suspira, sonríe y cariñosamente toca mi mejilla.

—Eres mi pareja y la madre de mi hija o hijo, ese es un papel muy importante para mí —mi corazón se agita emocionado, no puedo evitar verlo como una boba.

—Escuché tu conversación con ella —confieso sin pena.

—Lo sé —besa mi frente.

—Yo no he estado con nadie más desde que te conocí —sus ojos color esmeralda profundo me ven con intensidad.

—Lo sé pequitas.

No era la respuesta que quería escuchar, seguramente él ha estado con otras mujeres estando conmigo. Molesta, aparto su mano e intento correr hacia la puerta para irme, pero él me lo impide levantándome y pegándome a su cuerpo.

PEDAZOS DE MI ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora