Capítulo 15 .

497 47 3
                                    

—¡¡TÚ A MI, NO ME GRITAS!! —grita también — ¡Vete a la mierda! —me empuja y sale corriendo.

No soy capaz de ir tras ella, no estoy listo para contarle esa parte de mi vida donde después de eso, no he sido capaz de reconstruir mi alma herida. Sólo tengo pedazos, pedazos que no puedo unir; he extrañado tanto a mi familia que cada día que pasaba era un día menos que estaba sin ellos. Pero desde que conocí a Renata, ese sentimiento cambió y de verdad que disfruto cada nuevo día a su lado; amo verla dormir, comer y sonreír, pero no quiero que también cargue con mi dolor.

Salgo de la recámara e intento abrir nuestra habitación, está con llave. Tengo la intención de tocar y pedirle que hablemos, pero me abstengo y doy la vuelta hacia mi despacho. Tomo mi violín y lo toco por unas horas, me relajo un poco logrando tranquilizarme. Mi celular comienza a timbrar.

— Doctor Hunt, disculpe la hora, pero tenemos una emergencia —escucho un poco alterado al director del hospital.

Un tren se vino abajo y necesitan de mi presencia urgentemente. Sin dudarlo, salgo para allá. Al llegar todo es un caos, hay muchos heridos. Me cambio velozmente y no paro de atender uno y otro paciente.

     —Necesito esas tomografías, ¡ahora! —le pido a una enfermera.

    —No soy enfermera, pídeselo a alguien más —responde altaneramente.

     —Creo que no me entendiste, no me importa lo que seas necesito las tomografía, ¡ahora mismo! —exijo con poca paciencia.

     —El que no entendió eres tú, te dije que no soy enfermera —suspiro, esta mujer va a acabar con mi paciencia.

     —Ok. ¿Qué eres? ¿Doctora? ¿Qué especialidad? —ella abre la boca para contestarme y no la dejo hablar —Espera, no me interesa. ¿Sabes por qué? Porque sin esas tomografías una niña de 11 años va a morir —sus ojos emanan ira.

     —¡Doctor Hunt! Lo necesitan en el quirófano cuatro, urgente —su rostro cambia al escuchar quién soy y ahora luce arrepentida, pero no le doy tiempo de disculparse.

     —Necesito tomografías para esta paciente, ¡ya mismo! —le entrego la tablet a otra enfermera.

Hago dos operaciones con éxito, me tardo la mitad de lo que debería y todos me adulan haciéndome sentir incomodo. Necesito ayudar a la mayor cantidad de gente posible, salgo rápido para revisar a mi paciente más joven; las tomografías salieron bien, no hay necesidad de operarla, eso me da tiempo para ayudar a alguien más. Voy de camino al quirófano uno cuando la mujer que se negó a ayudarme con la tomografías se pone junto a mí.

     —Doctor Hunt, quiero disculparme.

     —¿Por qué? Hizo lo que consideró correcto, una cardióloga tan famosa como usted no podía hacer el trabajo de una enfermera. ¿Cierto? —sigo mi camino y ella me sigue.

     —Si sabía quién era, entonces, ¿por qué lo hizo?

     —No sabía quién era usted hasta hace una hora que terminé de operar a uno de sus pacientes —contesto irritado.

     —¿Usted qué hubiera hecho? —pregunta avergonzada y me detengo.

     —Mi trabajo, salvar vidas —se queda paralizada y yo sigo mi camino.

"Renata"

Me despierto con la cara hinchada de tanto llorar por lo de anoche, el muy desgraciado ni siquiera se ha disculpado conmigo, acaricio a Eros y le digo palabras de amor. Hoy es mi primer día de clases del diplomado, estoy muy emocionada; me baño y me cambio rápidamente. Bajo a desayunar y no veo a Miguel por ningún lado; son las 6:00 a.m. es bastante temprano como para que no esté en casa. Desayuno sola y tomo mis vitaminas, cojo mi caja de instrumentos y el chofer me lleva al lugar.

PEDAZOS DE MI ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora