Capítulo 4.

456 45 0
                                    

Miguel

     —¿Estas enfermo? Si quieres lo dejamos para mañana.

     —Creo que tengo algún virus —respondió Miguel bebiendo más agua, quedándose a mitad de la pelea al sentirse mareado —, es eso o estoy comenzando a padecer de presión arterial alta o hipotensión —comenzó a reír.

     —¿Por qué crees que es un virus?

     —Pues porque he sentido nauseas, mareos y dolor de cuerpo.

     —Suenas como embarazado.

     —Si no fuera hombre, creería que sí —dijo sin importancia.

     —¿Ya te hiciste exámenes?

    —Mañana tendré los resultados.

     —Bien. ¿Qué pasa con Navarrete? —Miguel fijo su mirada en algún punto de la pared.

     —Tuvo una cita con Renata.

     —¿Y eso qué tiene?

     —¡¡No me jodas, Armando!! ¿¡Cómo que qué tiene!? —Miguel reaccionó molesto.

     —¡Tranquilo! Te dije que, si no le dabas lo que ella merece alguien más lo haría. Además, ¿Qué esperabas? Renata es una mujer muy bella, no creo que Navarrete sea el único detrás de ella —terminó de hundirle la daga.

     —Me voy —dijo levantándose y tomando su bote con agua.

     —Hermano, no te molestes conmigo —lo tomó del brazo —. Sólo quiero que abras los ojos antes de que sea tarde. Si la amas díselo y se feliz con ella, pero si no la amas, déjala que sea feliz con alguien más —Miguel asintió y sin articular palabra salió triste de la habitación.

Renata

Lo extraño es que aún no siento ningún síntoma, calculo tendré unas tres semanas. Me miro al espejo tocándome el vientre y mis pechos, sinceramente no me siento diferente, no puedo creer que llevo un bebé dentro de mí. He pasado las últimas dos horas leyendo cosas sobre bebés, entre más leo, más me asusto; suspiro, ni siquiera tengo hambre y mi estado de ánimo es tan bajo que aun sigo en pijamas. Recojo mi cabello haciéndome una coleta alta y me pongo calcetines. Sé exactamente cuando quedé embaraza.

"Flashback"

Miguel, alguien nos verá le digo, al ver que me arrastra hasta una sala de descanso del hospital. Yo únicamente venía a saludarlo y traerle un postre que le preparé.

Nadie nos verá mi Mérida y ahora mismo el postre que quiero es a ti —me quita el postre de la mano y comienza a desvestirme besando mi cuello —. Sabes delicioso, simplemente con olerte siento que toco el cielo sus manos viajan por mi cuerpo y yo no pongo resistencia. ¿Cómo podría? Si tan sólo con su mirada me domina.

Me desnuda con mucha rapidez y entre besos nos acostamos en una de las camas. Le ayudo a desvestirse, se detiene un momento para colocarse el condón. Su cuerpo vuelve a estar encima mío rápidamente, separa mis piernas llenando mi interior y contengo un gemido ante la intrusión;  Miguel muerde mis pechos suavemente mientras sus caderas no paran, con la pasión recorriendo mis venas lo tomo con posesión cambiando de posición colocándome arriba y comenzó a cabalgarlo sin importarme el lugar donde estamos, el abre su boca sin emitir ningún sonido y me mira extasiado, sus manos aprietan mis nalgas y yo disfruto de cada sensación, en esta posición lo siento demasiado. Su pene tiene el tamaño perfecto para mí, me vuelve loca. Cambia de posición poniéndome en cuatro, pero no duramos mucho, los dos nos venimos al mismo tiempo, sudando y respirando agitados. Sale de mí, me recuesto y me asusto al ver su cara de pánico.

PEDAZOS DE MI ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora