PEDAZOS DE MI ALMA

Capítulo 42.

Las luces blancas iluminan el quirófano donde Miguel demuestra con soltura sus habilidades. Canta mientras sus manos tocan muchos tejidos y nervios que al mínimo error podrían acabar con la vida del joven que le han confiado.

—"They will not force us. —Canta fuerte. —They will stop degrading us. They will not control us. We will be victorious. (So come on) ..." —Se detiene, alza las manos, retrocede unos pasos y hace movimientos de baile. Todos ríen.

—Cada vez que haces eso me haces viajar en el tiempo. Retrocedo a cuando estábamos de internos. —Dice, Armando, asistiéndolo.

—Llevamos ocho horas de pie. Mi cuerpo exige movimiento. —Vuelve a colocarse para continuar. De repente los latidos bajan. Todos se paralizan durante unos segundos, pero él analiza rápidamente la situación mientras los demás esperan una indicación suya. Toma el bisturí y hace una incisión. —Lo tengo. Succión, por favor. —Pide y Armando obedece. Lo latidos se regulan poco a poco.

El ser un médico es olvidarse de sí mismo al momento de estar salvando una vida. Muchas personas hablaran de la frialdad y la poca sutiliza con que abordan ciertas situaciones, pero lo cierto es que endurecerse se vuelve un mecanismo de defensa para evitar caer en el mar de emociones que surgen a flote día con día. Impermeabilizarse es una necesidad porque cada vez que se falla es una puerta para caer fácilmente al abismo convertidos en terribles villanos. En cambio, cada vez que la gloria se alcanza se revierten a héroes aclamados. Así de fácil se posicionan de extremo a extremo. Es un precio que pocos quieren pagar.

Todos están impresionados. La destreza de Miguel es impecable. No por nada es llamado "El Dios de la neurocirugía". Armando ha puesto una cámara para que grabe la operación y quede documentada. Si la operación logra ser un éxito quedará registrada para la posteridad.

Después de casi 12 horas logran finalizar la operación sin problema. Llevan al hijo del gobernador a la habitación de recuperación. Miguel termina de anotar las indicaciones de la medicación que deben suministrarle. Ahora viene la etapa más importante y decisiva. La etapa de recuperación. Saber si realmente la operación funcionó. Sale y le da la buenas noticias a toda la familia. El gobernador no puede asimilarlo.

—¡Sobrevivió! —Ríe, con lágrimas en los ojos. —¡No lo puedo creer! —Se abraza con su familia.

—Está en recuperación, Javier. No sabemos cuánto pueda tardar en reaccionar, pero entre más tarde en despertar será el único indicador que nos hará saber si la operación tuvo éxito o no.

—¿Cuánto tiempo?

—Para ser honesto. No lo sé con exactitud. Esta operación nunca la había realizado. —Todos lo escuchan atentos. —He considerado una media entre tres a seis meses.

—Entendemos, doctor. —Dice, la esposa de Javier. —Y si no despierta, ¿estaría todo perdido?

—Bueno, haría nuevas evaluaciones y de no haber ninguna mejoría, sí, lamentablemente seria todo por hacer. —La cara de todos vuelve a ser de desolación. —Todo puede pasar. Estás primeras horas son clave y el monitoreo debe de ser constante. Aconsejo que pensemos positivamente. Es joven y tiene altas probabilidades de reaccionar.

—Doctor, nadie nos dio siquiera una mínima esperanza. Nos decían que era imposible que sobreviviera a una operación y hoy, usted lo ha logrado. —Lo abraza. —Desde ya para nosotros es un milagro. —La familia del gobernador esta complacida con el trabajo de Miguel. Él se despide y hace un nueva revisión al joven antes de irse a descansar.

A una hora de la hacienda; entre la nostalgia y los recuerdos, se encuentra Leana. Aprieta contra su pecho el único recuerdo que tiene de su familia. Una foto. Muchas veces intento quitarse la vida, pero no tuvo éxito. Muchas veces intento escapar y tampoco tuvo éxito. No comprende porque Dios la había dejado con vida ese día en el que tuvo ese fatídico accidente donde murió toda su familia. Y sobre todo no concibe el por qué la ha dejado en manos de un hombre extraño que la mantiene cautiva.