「 XLII 」

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Mi familia siempre serás tú, Touya

Caminaban el uno al lado del otro en silencio.

El ambiente no era malo, pero Dabi acababa de soltar su secreto y prontamente a todo Japón. Esto solo le hacía pensar demasiado debido a que sabía que faltarían cosas por solucionar y que su familia le perseguirá.

Incluso ahora que sabían de su amistad con Hawks, eso lo hacía peor.

El alado llevaba una buena relación con Enji y este no sabía qué pensar de Hawks ahora.

Ayudó a su hijo, pero le ocultó su reencuentro aunque tampoco podía culparle.

En cambio, Hawks le tenía esa admiración pero su corazón dolía, porque por su culpa Dabi había acabado siendo lo que era.

El mayor observó su teléfono movil, recibiendo un vistazo de Hawks por la acción.

Tenía llamadas perdidas de Shigaraki, el único de toda la liga que lo llamaba y simplemente volvió a dejar el móvil. Mañana se sabría todo y no estaba para discutir ahora.

Últimamente no estaba en el Frente y dejaría de estar por completo en los siguientes días, de ahí la frustración de Tomura.

Quería dedicar su tiempo a Hawks, su tiempo a estar solo junto a él y decidir que hacer con el mundo que les rodeaba, ese mundo que les había tratado tan mal sin merecerlo y disponiendo de apenas buenas cosas durante toda su vida.

Aunque sí, los dos se tenían el uno al otro ahora y eso era lo que les reconforta. 

Tal vez era la felicidad mutua que sentían al estar juntos llegados a este punto.

Sólo que no se daban cuenta.

Y lo mejor de todo, las cosas parecían solucionarse.

El alado sonrió al encontrarse con su mirada, mientras que Dabi solo se dedicó a observar cada parte de su rostro.

Quería ver eso todos los días, acariciar su piel, su pelo, sus labios, las marcas de esos ojos, sus alas... quería atesorarle en su corazón para siempre.

Pronto salieron de la ciudad, pasando por unas montañas hasta llegar a la hierba y pararon en frente de la antigua casa de Keigo.

Miraron el lugar con nostalgia, aquel bosque quemado que intentaba recuperarse era su infancia entera y verlo ahora juntos hacía que les recorrieran demasiados sentimientos a la vez.

Dabi palmeó la espalda de Hawks al verle tan ensimismado con el paisaje.

—Entra, sé que será duro, yo me mantendré a tu lado solo escuchando —O al menos eso intentaría Dabi.

—Está bien— Hawks respondió firme. Serio ahora y tras un pestañeo se dirigió a la entrada para llamar mientras que el mayor iba detrás de él.

—¿Sí? —Una voz miedosa femenina se escuchó y Hawks respiró hondo, incluso temblando.

—Mamá... —Dabi le miró por la ternura con la que Hawks dijo esa palabra. Es cierto que él quiso a su madre siempre a pesar de las cosas tan bruscas que le decía. Porque por dentro sabía que su madre estaba solo desprotegida, cautiva y tan perdida mentalmente que Hawks aún notaba ese cariño.

La puerta se abrió y una mujer más arreglada que hace unos años observó al alado.

—Soy Keigo... — Murmuró, consiguiendo que la mujer se emocionase de golpe y comenzara a llorar de a poco. Ver a su hijo crecido era demasiado para ella. Le logró ver en la televisión, estaba orgulla de él pero verle solo conseguía hacer que su corazón rompiera en culpa.

Blinded by childhood, friendship and love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora