「 VIII 」

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Mis sueños te pertenecen

—¡Mira Keigo!— El alado volteó para verle, mostrando una expresión de asombro que hizo sonreír a Touya —¿Te gusta? Creo que está bastante bien.

—¡Está súper bien Touya! — Keigo se desplazó con cuidado hasta su amigo, observando el muñeco de nieve que había creado.

—Gracias Keigo— Sonrió él —¿Quieres que te ayude?

El alado observó su muñeco, las bolas de nieve eran irregulares, ni siquiera eran círculos, sino una especie de óvalos, incluso la cara de su muñeco era amorfa y los palos de madera, esos que simulaban los brazos, se resbalaban.

—¿Podrías? — Keigo le miró como si suplicase.

—¡Claro! —Entonces el mayor se acercó a su muñeco , intentado arreglarlo con ayuda de Keigo, aunque este recibía algunas instrucciones del mayor.

—Ya casi está.

Unos últimos retoques fue la guinda del pastel para hacer que el muñeco se viera perfecto y Keigo lo miró contento.

Era más pequeño que el de Touya pero eso lo hacía ver adorable y sonrió en respuesta.

—¡Tengo una idea! — Exclamó el albino mientras intentaba hacer otra forma en la nieve.

Keigo estaba un poco sorprendido, su amigo tocaba con sus manos desnudas aquel polvo blanco y semisólido cuando apenas él, al coger la nieve le quemaba, dejándole las manos rojas y temblando en busca de calor.

Observaba a su amigo plácidamente, Touya estaba haciéndole unas alas al muñeco, realmente tenía talento para la nieve.

—¿Me ayudas con las plumas? —Keigo asintió y con unos pequeños palos, hicieron la forma de las plumas de Keigo entre risas y pequeñas bromas.

La nieve caía de forma pesada y densa, el río se encontraba congelado y la hierba del bosque apenas era visible, solo las hojas mas largas lograban sobresalir entre tanta nieve.

Las huellas de los dos estaban por todas partes, más de una vez se coló un poco de nieve en sus zapatos, pues al ser más pequeños podían hundirse con facilidad en el suelo.

—¡Woaaahh! —Keigo vió a Touya correr una vez hubieron terminado el muñeco y se tiró decidido de boca a la nieve, riendo sin parar mientras que Keigo solo oía una risa opacada resonar por debajo de la tierra.

Igualmente le imitó, sonriendo un poco y se tiró pero de espaldas.

Los dos hicieron ahora un ángel de nieve en el suelo y Touya se levantó al terminar para ver a Keigo.

Otra pequeña sonrisa se formo en el menor por ver a su amigo con la cara llega de nieve. El color blanco pegaba con su pelo y solo hacía que sus ojos azules destacasen más.

Sí, Touya se veía perfecto en la nieve, parecía creado para convivir con esta, casi como si fuese un animal de invierno y viendo un gran parecido entre un zorro ártico y su amigo.

Aunque Keigo nunca había visto uno, conocía sobre la existencia de aquel tipo de zorro y estaba seguro de que se verían parecidos, eso se le hacía precioso a su vista, sonriendo de a poco al pensarlo.

—Adoro cuando sonríes — Comentaba Touya entre sonrisas, levantándose con cuidado de no estropear su ángel y ayudó a Keigo con lo mismo.

Blinded by childhood, friendship and love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora