「 XXXVII 」

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Buenos días

La luz entraba tímidamente por la ventana del alado, parecía que aquel día estaría nublado, casi cómo si fuera a llover.

Iluminaba las sábanas blancas del alado y en ellas yacía él. Se tapaba con sus alas y tela blanca, además de Dabi.

El alado lograba moverse bastante al dormir, chocando en una de estas con el mayor y quedando así.

Dabi abrió los ojos lentamente al despertar, el sonido de las sábanas se escuchaba por la habitación y notó una calidez suave y dulce a su lado.

Se movió un poco más, intentado apartar un poco eso que lo rozaba, procurando no cegarse con la poca luz que entraba y logrando ver el color rojo sobre sus ojos. Las alas de Hawks le envolvían junto a este, haciendo una especie de refugio entre ellos dos sobre la cama.

Sonrió siendo obligado por su cerebro y con delicadeza y sueño tocó aquellas plumas. Vio cómo su amigo reaccionaba, juntando más sus alas y moviéndolas lentamente por placer.

Siguió acariciandolas entonces. Sus párpados se mantenían cerrados y Dabi acarició también su pelo, observando cómo aún dormía y siendo atrapado en aquel agarre por sus alas.

No le importaba quedarse así, el colchón era cómodo, las sábanas suaves y estar rodeado por plumas rojas era como un sueño para él.

Hawks notaba aquellos tactos, poco a poco se fue despertando, hasta darse cuenta de que Dabi lo había hecho también y se dejó acariciar aún, haciéndose el dormido mientras que a la vez intentaba despertarse más.

Poco duró esto, pues un bostezo se apoderó de él, desvelando que acababa de despertar.

—Buenos días Keigo— Pronunció dabi con una voz ronca, haciendo sonreía a Hawks, quién abrió sus ojos para encontrarle justo en frente de su rostro.

—Días... — Acortó el alado, consiguiendo por consecuencia que Dabi se posara en unos pocos movimientos encima del alado, sosteniendo esa fuerza sobre él a los pocos minutos de despertar —Siento lo de mis alas... es un mal hábito— Le observó sorprendido por el atrevimiento del mayor, notando como volvía a entrelazar sus dedos con los ajenos y derritiéndose ya desde por la mañana.

—¿Aún lo tienes? Tampoco es que me disguste, son muy cómodas— Hawks sonrió enternecido, observando el cuerpo que se le mostraba encima de él y volviendo a envolver sus alas sobre este, viendo a Dabi con una linda luz roja a través de sus plumas y observando esos ojos azules.

—Entonces supongo que está bien— Dabi sonrió de lado, restregando levemente una de sus mejillas con sus plumas y haciendo que el alado sintiera nervios, pues ahora se acercó a su rostro y Hawks en respuesta posó su mano libre en la nuca de Dabi para acercarle más rápido.

No les importaba el aliento mañanero en ese momento, solo necesitaban besarse ya. Dabi abrío los ojos de golpe por sentir la necesidad del alado y se dejó llevar por ese gesto, juntando sus labios de nuevo entre respiraciones pesadas, lentas y cómodas.

Separaron sus manos en el proceso para poder
abrazarse más, disfrutando de nuevo de otro beso y volviendo a hacer que los dos soñaran. Ninguno nunca sintió algo cómo eso y la relación que sostenían era ciertamente íntima, descubriendo entre sí sentimientos nuevos sin saber cómo llegaron a ellos y disfrutándolos.

No eran conscientes del todo sobre sus actos, solo les gustaba hacer eso y lo recreaban una y otra vez.

Al alado se le escapó una risa, haciendo que Dabi sonriera por escucharla y proporcionándole una caricia. Definitivamente necesitaba a Hawks, cuidarle y protegerle como siempre quiso.

Blinded by childhood, friendship and love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora