《《Capítulo 25》》

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Había extrañado sus labios sobre los de ella, los ansiaba todo el tiempo

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Había extrañado sus labios sobre los de ella, los ansiaba todo el tiempo. Duncan la estaba besando como solía hacerlo, la estaba tocando y podía sentir su deseo por ella.

Pero ahora estaba muy cabreada con él, no le había gustado su comportamiento, ni mucho menos que la hubiera tomado del cuello, aunque, no era para hacerle daño, además, no le perdonaría el desaire que le hizo a su hija. Así que sin más se apartó de él.

Duncan la miró frunciendo el ceño, quería seguir besándola, probando su sabor y mucho más.

—No me vuelvas a tocar — dijo Maisie mirándolo duramente.

—¿Te molesta que tu esposo te bese? — preguntó él en un tono más relajado.

—Por supuesto que no, pero ahora mismo eres un completo idiota que no quiero ni ver. Cuando vuelvas a ser el Duncan que amo, mi esposo, entonces búscame — respondió Maisie dejando a Duncan sorprendido y confundido a la vez — ¡Ah! ¡Y que no se te ocurra revolcarte con esa mujer! ¡Porque soy capaz de castrarte, Duncan Blair!

Y sin más le dio la espalda y se marchó, dejándolo solo y aún más sorprendido.

—¡Qué mujer, por Dios! — dijo sonriendo como bobo.

Sin duda alguna la pelirroja lo tenía muy fascinado, no pensó que encontraría a una mujer como ella, más bien la imaginó como Edzel le había descrito, interesada, calculadora. Pero Maisie no se veía que fuera de esa manera. En todo caso seguiría observándola, así conocería mejor a la mujer que tenía como esposa. Y ciertamente tendría que pasar más tiempo con su hija, cuando la vio en sus pies diciéndole “papá” le había parecido la cosa más bella que haya visto nunca, aparte de su pelirroja, por supuesto.  Quería tomarla en sus brazos y conocer a la pequeña, pero Maisie fue más rápida tomándola y alejándola de él.

Maisie caminaba rumbo al castillo, estaba que echaba humo por las orejas, literalmente. Y lo que acabó de empeorar la situación fue cuando chocó con Iveth. Maisie la miró lavando las cejas, pero no dio a demostrar que su presencia le enfadaba más de lo que quería admitir, los celos podían más que su razonamiento.

—Milady — saludó Iveth educadamente —, quería agradecerle por el buen comportamiento de su clan con el mío.

—Lo mejor para nuestros invitados, y más para usted, que cuidó de mi esposo — indicó Maisie recalcando sus últimas palabras —. Pueden quedarse todo el tiempo que necesiten. Duncan y yo estaremos encantados de tenerlos aquí.

Iveth miró a Maisie con una ceja levantada y una media sonrisa. Pensaba que Duncan no tardaría mucho en acercarse a ella, y más cuando escuchó que Maisie tenía casi la mitad del cuerpo lleno de cicatrices provocadas en un incendio. Eso sería algo repugnante de ver, y estaba segura de que Duncan no soportaría ver esa deformidad.

—Muchas gracias, milady.

En ese instante Duncan se acercaba, aún continuaba con el torso descubierto y el pelo húmedo, al parecer se había dado un baño en las aguas del lago. Cuando llegó a ellas miró a Iveth y luego a Maisie, quien lo miraba lanzándole dagas con los ojos, él sabía perfectamente lo que quería decir la pelirroja, algo que lo hizo sonreír.

El roce de tu piel (Highland I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora