01| Dudas que comienzan a crecer

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⬆La imagen utilizada en el inicio del capítulo corresponde a @Rin_goSan en Twitter. Créditos al/a la artista.

¡Disfruta de la lectura!
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―Márchense ya, mocosos ―bramó con fastidio el hombre de cabellera rosada peinada hacia atrás, soltando un suspiro agotado y quitando sus lentes.

Para la suerte de las y los estudiantes, la campana había sonado, indicando el inicio del primer receso.

Un dúo de amigos se retiraba de la sala, en busca de sus otras amistades. No obstante, el mayor de los dos pareció acordarse de un asunto pendiente en su cabeza justo cuando salieron.

―Enseguida vuelvo, Kugisaki ―avisó el de orbes castaños.

―Está bien ―contestó la más baja, despreocupada―. Te esperaremos donde siempre. No tardes.

El de hebras carmesíes asintió, dio media vuelta y partió rumbo al aula en el que se hallaba anteriormente. Rezó para que el profesor estuviera aún en el lugar. En efecto, el mayor permanecía en el interior, guardando sus cosas.

Vergonzosamente, Itadori se abrió paso en la sala, aproximándose hacia el contrario con timidez.

―P-Profesor Sukuna... ―habló el menor en un decibelio muy bajo―. Profesor Sukuna ―repitió, pero ahora un poco más fuerte, logrando captar la atención del de ojos rubíes, quien se encontraba de espaldas.

El nombrado hizo una mueca al oír que lo llamaban. Quería le dejaran descansar, aunque sea, por esos quince minutos de recreo que pasaban volando.

El mayor sentía gusto por la profesión que tenía y a lo que se dedicaba, sin embargo, le fastidiaba la presencia de sus alumnos; estos eran tan irritantes. Hacían desorden, no prestaban atención en clases, se reían en cada momento. ¡Simplemente tedioso! Estaba seguro de que, por culpa de esos mocosos, envejecería más rápido.

Debido a esto, apenas prestaba atención a sus estudiantes. Y quizás fracasaba como docente al no poseer esta cualidad, no obstante, sí él era honesto, se preocupaba sólo por ir a enseñar y nada más. Aunque existía ese diminuto porcentaje de alumnos que realmente lograban mantenerlo al tanto, como Yuuji Itadori. Este último cursaba su último año estudiantil en aquel establecimiento, y no era el mejor de la asignatura, pero se esmeraba por aprender y obtener buenas calificaciones.

―¿Sí? ―respondió el mayor, volteándose. Allí se topó con la presencia del joven Itadori.

―No alcancé a preguntarle antes de que la clase acabara... y es que usted estuvo hablando acerca de una posible evaluación a futuro. ¿Ya tiene una fecha fijada, ó aún no?

Cuando las y los docentes veían motivación por parte de sus estudiantes, mayores eran las ganas de educarles. Daba gusto enseñar cuando estos demostraban interés por aprender.

El profesor pensó unos segundos antes de contestarle, cayendo en cuenta de que debía hacer pronto alguna prueba para evaluarlos. El semestre iba a cerrar, y él también necesitaba apurarse.

―Aguarda un momento ―pronunció el más alto, sacando del bolsillo izquierdo de su pantalón su celular para revisar el calendario. El menor siguió cada uno de sus movimientos con la mirada.

Ryomen analizó brevemente los días de la semana, acordándose a medias del horario que tenía con el de orbes marrones.

―El jueves siguiente tendrán su evaluación. Avísales a tus compañeros.

―¡¿En una semana más?! ―declaró el contrario, atónito.

―Es tiempo suficiente. Aunque puedo hacérselas el martes, sí tanto insistes.

Una buena despedida // [itabowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora