13| Cuida lo que dices en voz alta

1.4K 215 38
                                    

Cuando llegaron a la preparatoria, Itadori se despidió de Megumi y le agradeció una vez más al padre de éste.

El señor Fushiguro también debía ingresar al establecimiento, sin embargo, debía aguardar a su mujer para que se llevara a su hijo, ya que ésta le había llamado anteriormente para avisarle que ella no podría ir a retirarlo al jardín.

De esta manera, el de orbes avellanas continuó con su trayecto.

Resulta que, mientras él estuvo ausente, hubo varios docentes y estudiantes que no pudieron salir del lugar, básicamente, todos los que fueron parte del acontecimiento. Por eso que, cuando entró al recinto, vio a la señorita Tsukumo, de Artes Visuales, y a los profesores de Música, Lenguaje, Matemática e Historia.

―Itadori ―pronunció un hombre de cabellera azabache sujetada en un peinado con forma de tomate, acercándose al menor―, ¿qué tal te encuentras? ―inquirió preocupado―. Ryomen mencionó que Fushiguro te llevaría al hospital.

―No fue nada, Geto-sensei ―aseguró el más bajo―. Sólo debo reposar y no realizar movimientos demasiado bruscos. ¿Qué hay de los demás? ¿Están bien?

―El resto se encuentra bien ―admitió el mayor―. Por suerte, los golpes que recibieron no fueron tan fuertes. Sólo hubo algunos que salieron más heridos.

―Ya veo ―dijo Yuuji, ya tranquilo―. ¿Y Junpei? ¿Saben de él?

―Se halla conversando con el señor Yaga en su oficina. Ya deben estar por acabar.

El de mechones rosados asintió, aliviado.

―Itadori... ―formuló alguien.

El nombrado se giró en busca de la persona que lo había llamado. Allí se encontraba el hombre de tatuajes, observándole con un semblante ligeramente angustiado, pero ahora calmado al verlo de vuelta.

El menor bajó su mirada, incómodo. No le apetecía toparse con aquel docente en esos momentos, luego de lo sucedido horas atrás.

―¿Toji te llevó al hospital? ―interrogó el de orbes carmín.

―Sí... no hubo problemas... ―contestó, evitando el contacto con su docente.

―Me alegro ―expuso.

Luego de aquello, apareció Yoshino, alterado al percatarse de la desastrosa apariencia física que tenía el de ojos chocolatosos. Sin embargo, poco tiempo tuvieron para intercambiar palabras, dado que el pelirrosa fue llamado inmediatamente para hablar con el director. De este modo, el de mechones carmesíes se retiró del sitio para dirigirse a la oficina del señor Masamichi.

Una vez allí, Yuuji dio su versión, aclarando cada asunto de lo ocurrido.

―Señor Itadori, usted que ha sido partícipe de esta situación, ¿qué opina acerca de los estudiantes que organizaron este acontecimiento? Aún no poseemos una respuesta definitiva, no obstante, estamos pensando que la expulsión es una buena solución. Sí continúan en el establecimiento, no sabremos si en algún momento deciden intentar de nuevo algo parecido.

El menor hizo una mueca.

―No lo sé, director ―expuso el de orbes castaños―. Es comprensible que lo que hicieron los estudiantes estuvo mal, pero creo que sería poco equitativo que echaran a alguno de ellos injustamente, como es el caso de Junpei Yoshino. Él no robó nada, sin embar-...

―Sin embargo, participó en el ataque ―completó el de melena chocolatosa, interrumpiendo a su alumno―. Independiente de que el joven no haya realizado algo de alta gravedad, el hecho de que accedió a apoyar el acontecimiento, lo hace responsable de lo sucedido. No podemos fiarnos de que podría repetirlo.

Una buena despedida // [itabowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora