15| Entre broma y broma, la verdad de asoma

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Luego de su encuentro con el joven de coletas, el dúo se volvió bastante unido. En un comienzo, se saludaban cuando se veían en la preparatoria, y ya después fueron juntándose en la gigante biblioteca del establecimiento.

Choso, así se llamaba el chico.

Éste era un joven demasiado reservado, agradable y tranquilo. Le fascinaba la música y la literatura, eran sus pasatiempos favoritos.
Muchos creían que el muchacho de coletas era una persona mala debido a la apariencia que portaba, sin embargo, aquella percepción que los demás tenían acerca de él era totalmente errónea.

Así fue que ambos formaron una amistad.

A veces, Choso se unía al grupo de amigos de Yuuji, pero en otras ocasiones convivían solo Itadori y el pelinegro.

―¿‹‹Qué›› qué? ―manifestó el hombre de larga melena azabache, atónito, al oír lo que su amigo, el albino, le estaba exponiendo―

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―¿‹‹Qué›› qué? ―manifestó el hombre de larga melena azabache, atónito, al oír lo que su amigo, el albino, le estaba exponiendo―. ¿De dónde has sacado eso?

―Yo mismo lo he averiguado ―declaró el de orbes azules.

―Menuda la fuente de información... ―comentó sarcásticamente Geto.

―¿Qué? ¿No me crees? ―replicó el de mechones blanquecinos, incrédulo.

―No lo sé, tengo mis razones ―dijo el mayor, alzando sus hombros con despreocupación.

―Oh, vamos ―se quejó el albino, soltando un bufido―. Comprendo que a veces lo que digo suele ser de poca confianza, sin embargo, esto es real, Suguru.

El más alto le observó con recelo.

―¿Tienes pruebas? ―inquirió el de orbes negruzcos.

―Sí, pero aún no es suficiente ―explicó Gojo―. Por eso necesito de tu ayuda.

―No quiero meterme en cosas que podrían acabar mal, Satoru ―advirtió el de cabellera oscura, analizando al contrario.

―Prometo que no ocurrirá ―mencionó el de ojos marinos.

―Y... ¿qué se supone que deba hacer? ―cuestionó Geto.

―Tienes que espiar a Yuuji Itadori. Entre estos días, hablaré directamente con él.

―Satoru, ¿eres consciente del riesgo que conlleva esto? ―expuso el mayor.

―Por supuesto. No obstante, debemos saber qué está pasando con Yuuji-kun.

―¿Yuuji-kun? ―imitó el contrario, alzando sus cejas ante el sufijo que le había puesto al menor.

―¿Qué hay con ello? ―cuestionó el de hebras blanquecinas, confundido.

Una buena despedida // [itabowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora