12| Una convivencia diferente

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⬆ La imagen utilizada al inicio del capítulo corresponde a @rrramiiit en Twitter. Créditos al/a la artista.

¡Disfruta de la lectura!
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Toji se hallaba persiguiendo por medio de un trote suave al de orbes avellanas, quien se alejó bastante mientras Ryomen y él conversaban.

―¡Niñato! ―vociferó el mayor, aproximándose al más bajo.

Éste, confundido, se giró.

―Señor Fushiguro... ―manifestó Yuuji, dubitativo―. ¿Qué hace aquí?

―Te llevaré al hospital ―explicó el mayor.

―Ya se lo mencioné al profesor Sukuna, no es nec-...

―Que iremos, dije ―repitió el de ojos esmeraldas, hastiado.

El tono que utilizó fue suficiente para que el menor obedeciera sin rechistar.

Juntos se dirigieron hasta el auto del de melena azabache, el cual se encontraba en el pequeño estacionamiento delantero del recinto. Ya dentro, Itadori se sentó en los asientos traseros, viendo una silla de bebé a su lado, mientras que el contrario se ubicó en el del piloto.

―Primero debo ir buscar a mi hijo al jardín ―explicó el mayor, volteándose desde su asiento para ver al pelirosado.

―Sí ―contestó el contrario rápidamente―, no se preocupe...

Así pues, el de cabellera negruzca encendió el auto, para después desaparecer velozmente del lugar. Itadori prefirió colocarse el cinturón, sólo por las dudas.

Para la suerte de ellos ―y nótese el sarcasmo―, había una ligera congestión de tráfico vehicular, por lo que tardarían en llegar.

En tanto que la radio sonaba con su música aleatoria, avanzaban por las calles de Tokio. Sí no fuera por las sonatas que ambientaban el aura del viaje, Yuuji se encontraría más incómodo de lo que ya estaba. Además, no se encontraba con muchos ánimos. Recordar su beso con el profesor Ryomen lo hacía sentir más estúpido. Sin embargo, no deseaba mantenerse en silencio, por lo que, al ver que ninguno hablaba, decidió él hacerlo.

―Que lindo auto tiene ―opinó el menor, tratando de aclimatar el interior del automóvil.

―Es de mi mujer ―contestó el de orbes esmeraldas, sin despegar su vista del camino.

―Oh, ya veo...

Tras aquella corta e incómoda charla, luego de unos cuantos minutos pudieron llegar a su destino, deteniéndose en frente de un pequeño edificio amarillento con diversos dibujos, bastante coloridos e infantiles. Toji salió del auto y se encaminó a la entrada del sitio, siendo recibido por una señora de unos cuarenta años. El de cabellos rosados observaba cada una de las acciones del más alto, hasta el punto en el que éste desapareció de su radar, debido a que había ingresado en el lugar, no obstante, pronto lo vio salir con un pequeño niño en sus brazos.

Prosiguiendo con su trayecto, Fushiguro abrió la puerta que daba a la silla especial de su hijo y allí lo acomodó, colocándole los cinturones de seguridad. Cuando acabó con ello, regresó a su propio asiento.

Por otra parte, el infante, al divisar que había una visita inesperada dentro del automóvil, comenzó a observar al individuo con sus enormes ojos azulados. El de mechones carmesíes, al percatarse de esto, no supo qué hacer realmente, dado que no solía convivir mucho con niños, de hecho, jamás lo había hecho, de manera que, por instinto, acudió a la acción de oscilar suavemente su mano, saludando al niño con timidez.

Una buena despedida // [itabowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora