18| Demasiadas hormonas por hoy

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El frío permanecía presente en la ciudad de Tokio.

Infantes, jóvenes y adultos regresaban a las gélidas calles a tempranas horas de la mañana, avanzando entre los cúmulos de personas somnolientas y otros siendo llevados por los accesibles medios de transporte del lugar, dándole fin a ese pequeño período de relajo.

Qué tedioso era volver a trabajar.

Pero ahí estaba él, ese muchacho de desordenada melena rosada y cálida sonrisa encaminándose a su preparatoria; esa preparatoria que vería hasta unos meses más.

Itadori debía admitir que se aburrió bastante en el transcurso de sus vacaciones. No iba a negar que se sintió afortunado de poseer la oportunidad de tomarse un descanso de sus labores estudiantiles, sin embargo, su ser tuvo un ligero hastío a lo largo de estas. Aunque no todo fue tan malo. Yuuji logró entretenerse con la grata compañía de su abuelo en juegos de mesa, y, a pesar del especial carácter que éste contenía, Wasuke Itadori ―el abuelo del menor― demostraba de manera sutil el cariño que sentía por sus seres queridos, en este caso, el pelirrosa.

Itadori también hizo su actividad favorita: ver películas ―panorama que nunca fallaba―, y, por supuesto, en presencia de su abuelo, celebraron juntos de las festividades de fin de año. No fueron la gran cosa, pero lo pasaron bien entre ellos. Y, gracias a la buena mano que ambos tenían, pudieron disfrutar de exquisitos productos caseros hechos por ellos mismos.

Todos los años era una rutina similar, aunque trataban de variar para que no fuese tan repetitivo. Wasuke Itadori entendía que la actividad podía llegar a ser un tanto cansadora para su nieto, pero éste último nunca se acomplejaba por ello, al contrario; el de melena rosada le encantaba la compañía de su abuelo.

Así pues, las vacaciones llegaron a su desenlace.

La rutina estudiantil en la preparatoria comenzó bastante similar a la del segundo trimestre. Cursos alineados, uno tras otro en el interior del establecimiento, mientras escuchaban el discurso del jefe del lugar.

En plena formación, Yuuji oía vagamente en la lejanía las palabras del director. Tenía sueño y no se encontraba con los ánimos suficientes como para prestar atención.

Girando su cabeza cada cierto lapso para admirar de reojo su alrededor, el de orbes chocolatosos logró divisar a sus amigos, a sus profesores y a otros alumnos más. Cuando su mirada chocó con las figuras de sus docentes, a Itadori se le vinieron a su mente recuerdos y pensamientos que tuvo tiempo atrás.

Sus profesores.

Ellos eran un tema complejo para el pelirrosa, y todo ese problema había iniciado por una simple conversación con sus amigos en el primer trimestre.

¿Por qué carajos tenía que sentir su estómago revolcarse cada vez que los contemplaba a hurtadillas? ¿Por qué imaginaba escenarios ficticios dentro de su cabeza, donde él era el protagonista, acompañado de los demás personajes, sus docentes? ¿Por qué específicamente ellos? ¿Y por qué le prendía tanto que estos se robaran gran parte de los minutos en su mente? Por lo menos, podía haber sido alguna chica o chico de su edad los que captaran su interés, pero no, tenían que sus profesores.

Aquellos sentimientos los sentía tan indebidos para su persona, era como ansiar algo que sabía que no podría conseguir. Y carajo, eso era lo peor. Cuánto más prohibido se volvía, mayor popularidad obtenía en su interior. Y, por esa misma razón, decidió mandarlo todo a la mierda. ¿Qué más daba? Él ya era mayor de edad, además, ese sería su último año en el establecimiento, así que, ¿qué debía preocuparle? Estaba a prácticamente nada de abandonar la preparatoria, jamás volvería a ver a sus profesores.

Una buena despedida // [itabowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora