29| Una forma distinta de hacer cardio

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Advertencia: Este capítulo contiene escenas con ligero toqueteo y masturbación. Sí eres sensible a alguno de estos temas, por favor, recomiendo leer con discreción. La idea es que te sientas a gusto. Tengamos una lectura segura ;)

...

Ahí estaba él, apresado contra el colchón de su cama por los fuertes brazos del profesor Suguru. El mayor lo tenía sujeto de ambas muñecas, una a cada lado de su cabeza, rozando contra la fina y fría sábana. Itadori lo observaba con anhelo, aguantándose las ganas de unir su boca con la del más alto. Pero en tanto de que aquellos deseos circulaban por la mente y sistema del menor, el pelinegro se dedicaba a plasmar sus expertos y húmedos labios por el cuello del de melena carmesí, deleitando a este último. Prontamente, el de orbes oscuros, sumido por la lujuria, dejó de presionar las muñecas del más bajo para concentrarse únicamente en el tronco del pelirrosa. Allí, comenzó a deslizar su suave lengua por los pectorales, tocándolos y masajeándolos con frenesí al mismo tiempo, contemplando de reojo las reacciones que la figura del de ojos marrones presentaba ante sus roces.

―Yuuji ―llamaron.

El nombrado, quien se hallaba con sus párpados cerrados debido a la excitación que estaba experimentando, se percató de aquella voz.

―Yuuji ―repitieron de nuevo―, Yuuji.

El mencionado, ya agotado de que le llamaran, abrió sus ojos con dificultad, dándose cuenta de que se encontraba sentado en su silla de clases, en donde, luego de aquel vistazo, vio el semblante serio de su amiga, quien no paraba de mirarle.

―Yuuji ―dijo ella, ahora más relajada―. Geto-sensei me pidió que te despertara ―explicó, indicando al docente, quien se hallaba delante del pizarrón, quieto y contemplando en su dirección.

―Yo... oh... ―El de cabellera rosada se avergonzó de inmediato de sí mismo, tras haberse percatado que estaba teniendo un sueño húmedo en medio de clases y, peor aún, con el mismo profesor que se hallaba en ese instante en el aula.

―Sería bueno que prestara atención en mis clases, Itadori ―formuló Suguru, con su profunda mirada clavada en él.

El de orbes café se estremeció.

―L-Lo siento... ―pronunció el menor, cabizbajo, sintiendo el calor en sus mejillas.

El docente no comentó nada más al respecto.

La clase transcurrió con lentitud. Cuando esta finalmente acabó, las y los estudiantes salieron del salón con velocidad, especialmente Itadori, quien trataba de evitar a toda costa tener que encontrarse o permanecer en el mismo lugar que Geto-sensei.

En el último tiempo ―y muy poco, por cierto―, el pelirrosa comenzó a gustar de su profesor de lenguaje de una manera que ni él creía que podía ser posible. Yuuji ya se sentía atraído por él desde hace varios años, sin embargo, ahora los sentimientos eran más potentes. Le parecía imprudente fantasear con el pelinegro, sabiendo que la semana pasada ambos habían charlado acerca de las relaciones que poseía con sus docentes. Además, consideraba que, si sus sentimientos por este se incrementaban en esos meses, cuando abandonara el establecimiento, le dolería muchísimo la partida, dado que realmente estaba enamorado del mayor, y de una forma muy intensa. Es por ello que intentaba desvanecer cualquier interés relacionado a Suguru, pero, para su mala suerte, no podía. Simplemente le era imposible.

Es así, entonces, que abandonó rápidamente la sala, encaminándose junto a la pelicastaña hacia el resto de sus amistades. Ya con estas, se dedicaron a conversar, como hacían siempre.

Una buena despedida // [itabowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora