08| Un regreso a clases prometedor

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Las vacaciones de verano habían pasado. Ese pequeño período de relajo llamado felicidad, se les escapó de las manos tal hoja de árbol siendo arrimada por el viento. Ahora sólo les quedaba esperar hasta su salida definitiva del establecimiento.

Durante el transcurso de su descanso, se hizo presente el cumpleaños de su querida amiga, quien lo invitó a una pequeña celebración en su casa. Por supuesto, Itadori asistió con el permiso de su abuelo. Allí, a pesar de la edad que tenían, comieron un montón de golosinas y frituras en compañía con el resto de sus amigos, permitiéndose el deleite de disfrutar. Del mismo modo, se sirvieron un rico pastel.

La fémina se sintió feliz, no sólo por la presencia de sus amistades, sino porque también poseía al fin la edad legal; aquello que tanto había aguardado. Ahora podría realizar todo lo que quisiese, sin pedir permiso ni nada. Deseaba ser independiente, eso era lo que quería.

Así pues, las vacaciones pasaron, y ahora volvían a esa triste realidad: regresar a clases. ¿Por qué el tiempo tenía que avanzar tan velozmente? Ellos querían descansar un poco más.

De este modo, se presentaron a tempranas horas de la mañana en las puertas del establecimiento, en la cual ingresaban cúmulos de estudiantes, uno tras otro.

Debido a una decisión del director Yaga, se realizó una breve formación en el patio del recinto para dar la bienvenida a los jóvenes luego de un largo período de receso.

―Desearles un buen inicio en este segundo semestre, y recibir de una buena manera a todas y todos los que se han unido recientemente ―expresó el mayor, desde el centro del lugar―. Pueden volver a sus salas de forma ordenada.

Como día lunes, a primera hora tenían clases con la señorita Shoko. Ésta les preguntó qué tal la habían pasado en sus vacaciones y si se divirtieron, para luego empezar con el nuevo contenido. Además, un nuevo compañero había llegado al curso. Su nombre era Junpei Yoshino, un lindo chico y bastante tímido.

El recreo no tardó en llegar, por lo que el dúo se encaminó con rapidez hacia sus queridas amistades.

―¡Hola! ―saludó la de corta cabellera castaña, animosa, extendiendo la duración de la letra ‹‹a››.

Los demás copiaron su acción de la misma manera, a diferencia de la chica de lentes violáceos, cuyo tono fue bastante indiferente.

―¿Qué le pasó a Maki-san? ―inquirió la contraria, preocupada.

―Anda así desde que entramos a clases ―mencionó Panda―. Creemos que está molesta, aunque no sabemos de qué.

―¡Sí, estoy molesta! ―bramó la mayor, con fastidio―. ¡Molesta con mi familia! ―dijo, chasqueando su lengua al final.

―¿Y se podría saber por qué? Sólo sí tú deseas comentarlo, claro... ―apoyó el pelirosado.

―Siempre tratan de joderme la vida, y esta vez no ha sido la excepción ―declaró la de mechones esmeraldas, ahora ya más tranquila―. Resulta que, cuando nos encontrábamos en la formación, comencé a observar de reojo el alrededor, y justo viendo al último curso de nuestro grado, vi al idiota de mi primo. No me lo creí al contemplarlo, sin embargo, ahí estaba él. Y como mis padres nunca me dicen nada, ni me enteré de esto. ¡Maldición, estoy tan molesta!

―Pero, ¿tan malo es? ―interrogó la de cabello liso.

―¡Joder, sí! ¡Es como una astilla en el pie! Así de fastidioso ―se quejó la fémina―. Mi hermana y yo siempre fuimos alejadas del resto de la familia por el hecho de ser mujeres. Pensaban que, por haber nacido con el sexo que tenemos, seríamos un completo estorbo. Nos lo hicieron notar. Y ese estúpido nos molestó constantemente por ello. Esa es otra de las razones por las cuales detesto a mi familia. Por eso quiero salir a adelante, ser una profesional y demostrarles que una mujer también puede realizar las mismas actividades que un hombre.

Una buena despedida // [itabowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora