3: Bajo la lluvia

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Los poetas amaban la luna llena.

Yoongi a veces se preguntaba porqué no podía encontrar poemas de amor sobre un cuarto menguante.

Y también amaban el sol y la lluvia ligera.

Yoongi a veces se preguntaba porqué no podía encontrar poemas de amor sobre la sed y la devastación.

Habían, sin embargo, versos tristes y rotos. Yoongi no creyó que realmente fueran poemas de amor.

Pero entonces conoció a Kim Seokjin. Y quizá entendió porqué los poetas no escribían sobre el cuarto menguante. No creyó que enamorarse de Seokjin pudiese compararse a una luna creciente o una menguante convexa.

Yoongi creyó que los poetas que escribían sobre el amor entenderían así como él entendía que a veces era devastación y no siempre se sentía como algo malo, pero siempre, siempre, sería luna llena. Porque Yoongi no creía que Seokjin fuese un cuarto menguante. Creía absolutamente que Seokjin era alguno de esos versos sobre lunas y sobre amor y sobre lluvia ligera y luz de sol.

...la cosa era que Yoongi no sabía mucho de poesía.

—Yo solo quiero saber —había dicho Seokjin. Su paraguas estaba un poco inclinado para cubrir la cabeza de Yoongi, lo que hacía que ambos tuviesen un hombro mojado por la lluvia áspera y escandalosa que parecía cubrir todo el cielo de la ciudad —Quiero conocer al Min Yoongi que se sienta en la misma mesa todos los días, pero también quiero conocer al Min Yoongi que va a la escuela y al que secretamente le gustan los canarios y las sillas.

—¿Cómo sabes sobre los canarios y las sillas?

—Hablas de canarios y sillas todo el tiempo.

—Es que no tengo muchas cosas interesantes que contar.

Cayeron de nuevo en el silencio, a veces el silencio era cómodo, como cada día en la cafetería, pero a veces era opresivo y contemplativo. Quedaron atrapados por la lluvia cuando la cafetería estaba a punto de cerrar. Las luces de las calles eran tenues y el cielo parecía haberse roto como un dique y el casi diluvio llevaba el agua casi hasta los tobillos de los aventureros que salieron debajo de la protección del alero lateral de la cafetería que cubría el andén.

Solo quedaban los dos, mirando la lluvia y esperando a ver quien tomaba la decisión de irse primero.

Yoongi no quería irse primero y tampoco quería que Seokjin se fuera.

—Tienes muchas cosas interesantes que contar —replicó Seokjin en ese tono acusador suyo que a Yoongi le parecía bastante encantador. Ahora, todo lo que Seokjin hacía era encantador en sí mismo, pero Yoongi solo era un tonto con un enamoramiento bastante fuera de control —Me gusta cuando me acompañas en silencio, pero también me gusta cuando me hablas. Me gusta cuando sonríes también, y cuando jugamos a las cartas y me dejas ganar y finges que te importa porque crees que no me he dado cuenta. En realidad me gustas mucho, pero quiero saber si yo también te gusto.

No fue ni siquiera una confesión.

Fueron las cosas que decía Seokjin porque podía decirlas y porque las creía y las sentía. Yoongi no estaba sorprendido porque le gustase a Seokjin porque él ya lo sabía, porque lo sentía y realmente se sentiría muy ofendido si fuese lo contrario. Estaba sorprendido porque Seokjin no supiese que el sentimiento era mutuo.

Como si Yoongi no lo mirara como su todo durante, no sé, casi un año desde que se conocieron.

La cosa con ellos dos era que parecían fluir como corrientes del mismo océano y a veces parecía que la marea era fuerte y rápida cuando en realidad solo seguía su curso. Seokjin siempre decía las cosas como le pasaran por la mente y Yoongi respondería en consecuencia con nada más que sinceridad porque seguía siendo un cobarde, pero le gustaba mucho Seokjin y él solamente no quería perder eso.

Blow drying your beloved's hair and other extreme romance moves | M.YG - K. SJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora