22: Watching the sunset

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—Tuve un sueño el otro día— Yoongi mordió la galleta en las manos de Seokjin, la que Seokjin estaba a punto de comerse.

No era como si no tuviese sus propias galletas, pero la comida de Seokjin siempre sabía mejor que la suya.

Seokjin dijo que esa era la mentalidad de los ladrones.

—No eres especial, yo sueño a diario —Seokjin bleh, sacó la lengua y procedió a esconder sus golosinas porque para el final del día Yoongi se las habría comido todas.

Estaban en la azotea del complejo de apartamentos donde vivía Seokjin.

Aquel día fue el simulacro de incendio y Yoongi tuvo la suerte de haberse quedado a dormir en casa de su pareja. Odiaba ese tipo de situaciones porque tenía ansiedad social y, por lo general, el encargado de la seguridad del edificio de Seokjin parecía tener algo contra él.

Así que ambos habían decidido escabullirse hacia el techo cuando nadie estaba mirando, con todas las golosinas que estaban en el cajón prohibido de las calorías donde Seokjin escondía sus snacks y se quedaron a mirar desde arriba cómo fingían rescatar a alguien.

Un vecino había usado una máquina de humo y todo.

Seokjin estaba consciente de lo irresponsables que estaban siendo, pero si Yoongi se sentía incomodo y él mismo estaba demasiado cansado del trabajo como para moverse, nadie podría convencerlo de que esconderse en la azotea no era buena idea.

—Este sueño fue diferente. Estabas ahí.

—¿Cómo es que me estoy enterando hasta ahora de que normalmente no estoy en tus sueños? ¡Estás en todos los míos! Eres un metiche en ellos, incluso.

—Oye, oye, te sueño despierto. Pero préstame atención. Había dragones.

Hablaron durante mucho tiempo mientras se escuchaban los gritos de las personas de la planta de abajo haciendo su tragedia escenificada. El sol sobre sus cabezas se estaba ocultando despacio, pero parecía que ninguno de los dos podía darse cuenta.

Las horas pasaban tan rápido como la luz podía viajar de un lugar a otro y el cielo se había vuelto naranja y rosa con un poco de lila en los bordes, hasta donde llegaban sus ojos.

Yoongi miró hacia arriba, hacia el sol que se ocultaba y giró su rostro de nuevo a Seokjin, que se reía de las personas abajo, con medio cuerpo colgando de la baranda y los ojo brillantes escondidos en medias lunas.

El sol de reflejaba en su cabello y en su piel y parecía casi una estrella, de esas que salen en las pinturas.

—Creo que nunca habíamos visto el atardecer juntos —murmuró Seokjin, de repente, tomando desprevenido a Yoongi quien se dio cuenta de que había sido sorprendido mirando fijamente por demasiado tiempo.

—No entiendo qué tiene de especial. Los poemas sobre el atardecer, nunca los entendí tampoco.

Seokjin se rió y alcanzó la bolsa de galletas junto al trasero de Yoongi, logrando su gran estafa con solo un movimiento ágil de su mano —Es el paso del día a la noche, tiene su magia.

Yoongi no respondió, solo se encogió de hombros y volvió a mirar al cielo.

Quizá tiene su magia, pensó, porque había colores y un paisaje infinito hacia arriba.

Pero quizá la magia no era ver el paso de las horas y los colores y las nubes que parecían algodón de azúcar.

Quizá la magia era ver el paso de las horas junto a Seokjin, y cómo los colores en su cabello se oscurecían al desaparecer la luz del sol.

—Quizá es romántico —suspiró, cuando ya habían pasado unos minutos desde que el último rayo de sol se había escondido —ver el atardecer juntos.

Seokjin sonrió, apoyándose nuevamente en la baranda para mirar a Yoongi con sus grandes y redondos ojos oscuros. Asintió. —Quizá es romántico.

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Blow drying your beloved's hair and other extreme romance moves | M.YG - K. SJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora