19: Shared hobbies

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Volvemos a nuestro au anterior. UnU
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Yoongi creía que algo estaba mal.

A veces Seokjin se iba por las mañanas, demasiado temprano, mientras Yoongi aún estaba dormido como para darse cuenta. Regresaba a mitad de mañana y decía una excusa tonta como que había salido a comprar víveres, pero volvía con las manos vacías y entonces hacía cualquier cosa que distrajera fácilmente a Yoongi, como darle un beso o solo mirarlo por un tiempo.

Yoongi era un poco fácil.

A veces, en los momentos de sus vacaciones en los que, particularmente, no tenían demasiado que hacer, Seokjin recibía llamadas a horas extrañas y pasaba minutos largos, muy largos, atendiendo en la otra habitación.

Yoongi no desconfiaba de Seokjin, ni mucho menos. No esperaba que tuviesen una trama de novela del tipo infidelidades injustificadas o algo por el estilo. Pero no podía evitar pensar que algo andaba mal.

Su primer pensamiento fue que Seokjin había hecho algo arriesgado e impulsivo como hipotecar su apartamento para volverse un inversionista o comenzar a aprender croché, porque, honestamente, podía esperar cualquier cosa de ese tipo.

No se sorprendería.

—Estás tramando algo —murmuró después de que Seokjin volviese de su llamada más larga hasta el momento y se acurrucara a su lado.

Estaban en el sofá de la pequeña sala de Jin, viendo una película mala de los noventa que había comenzado como un drama y de repente se había convertido en una especie de película de terror extremadamente mediocre.

—No estoy tramando nada —respondió demasiado rápido porque obviamente estaba tramando algo.

Los días que pasaban juntos eran eternidades en sí mismos, y un día quizá solo dormirían hasta el amanecer del día siguiente y otro día alquilarían un auto destartalado a muy bajo precio e irían a la ciudad vecina para comer sándwiches en un restaurante de paso.

No era como si tuviesen todo el tiempo del mundo, pero todo el tiempo del mundo era nada con ellos dos. Así que incluso si sus vacaciones llegarían a su fin en pocos días, habrían vivido cientos de vidas en las horas contadas que tuvieron disponibles.

Pero entonces Seokjin estaba tramando algo y Yoongi no sabía cómo sentirse al respecto.

—No me estás siendo infiel ¿Verdad? —preguntó, solo porque sentía que debía preguntar por educación.

—¡Yah! ¡No me faltes al respeto!

—¿Oh? Eso no era lo que decías cuando estábamos en-

—¡Yoongi!

Pasaron otros dos días antes de que Yoongi supiese qué estaba pasando.

Era bastante temprano por la mañana cuando Seokjin lo sacó de la cama. Aún medio dormido, se bañó y se cambió e incluso desayunó, pero no podría decir por su vida qué fue lo que comió. Lo metieron en un auto cálido que olía un poco a aromatizante de ropa, pero del tipo de aromatizante que realmente no olía bien, y que sonaba como una matraca cada vez que pasaban por un bache.

Yoongi no dijo una palabra porque estuvo casi dormido todo el camino que pareció durar horas. Recordó haber recibido un beso de buenos días y recordó recibir también pequeños besos en sus nudillos y en su frente cada vez que se detenían por alguna razón.

Seokjin cantaba bajito las canciones que salían en la radio con interferencia, le hizo preguntarse qué tan lejos habían conducido para que la señal desapareciese tan seguido. Sin embargo, Seokjin era quien conducía, así que no le importaba mucho cualquiera que fuese el camino que estuviesen tomando.

Ya sea que solo conducieran, que bailaran en la sala de estar o comiesen paletas con vasitos de plástico en la plaza, a Yoongi realmente le gustaba todo lo que hacían juntos.

Cualquier cosa, de alguna forma, lograban disfrutarla juntos, y era algo que iba más allá de compartir gustos o solo hacer lo que la otra persona quisiese. Era como solo ser feliz, pura y llanamente.

Así que cuando despertó por completo y vio un paisaje desconocido a través de la ventana, realmente no se preocupó y solo estiró su espalda en el asiento, como un gato, antes de girar su cabeza hacia su conductor de uber designado y sonreír —Me duele el trasero.

—Y yo no hice eso.

—Y tú no hiciste eso.

—Mala suerte ¿Eh?. ¿Dormiste bien?

Yoongi asintió y estiró su mano, acarició la mejilla del otro con la yema de sus dedos y observó a la luz del día cómo se sonrojaba, como si no se tocaran cada que tuvieran oportunidad durante los últimos cinco años.

—Tonto.

—Pero este tonto es tu problema.

—Mi fortuna, entonces.

No preguntó hacia dónde iban, ya llegarían de todas maneras, y el ambiente entre los dos era tan cálido y familiar que Yoongi solo sintió que era uno de sus tantos paseos espontáneos.

Aunque sabía que no era espontáneo. Conocía lo suficiente a su pareja como para saber que nada de esto era idea de una mañana de ocio. 

El paisaje se hacía cada vez más claro y llano, dejando atrás las grandes estructuras y los rascacielos de la ciudad y luego de una curva que rayaba en lo peligroso, un letrero de letras pequeñas y un poco descolorido los saludó frente a una gran casa de campo.

Yoongi sintió que su pecho se apretaba y una gran sonrisa se apoderó de su rostro, casi cerrando sus ojos en pequeñas rendijas donde solo alcanzaba a verse el brillo resplandeciente de su mirada —Es...¿Es una granja de erizos? ¿Nos trajiste a una granja de erizos? —No lo podía creer

—No solo es una granja de erizos. Es una granja de erizos con servicio de hostal y restaurante y además un precioso lago para pescar. Dímelo ahora, ¿No soy el mejor casi esposo?

—El mejor esposo, eres el mejor esposo, incluso si quieres ser solo mi amante, lo que sea, eres el mejor. ¡Dios! ¡vamos, vamos!

Resultó que Seokjin había tardado semanas en lograr hacer una reserva para este lugar. Aunque, en realidad, se había tardado tanto en encontrarlo, en primer lugar. Porque, ¿En serio? ¿Una granja de erizos?

Era solo que había pensado que nada le ganaría a París hasta que Yoongi sonrió tan brillante, hasta que pensó en que quería volver a ver esa sonrisa, y verla todos los días, para siempre. Verla cuando buscaba fotos de erizos en pinterest y cuando se emocionaba porque iban a pescar.

Y no era que ambos amaran una cosa en particular, era solo que se amaban el uno al otro, y en cualquier circunstancia, eso era suficiente.

Al final, adoptaron a un erizo diminuto.

Lo llamaron Pequeño Pan.

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Blow drying your beloved's hair and other extreme romance moves | M.YG - K. SJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora