12: Promise rings

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París no se parecía mucho a casa.

Pero casa era cualquier lugar si dormían en la misma cama y si caminaban entrelazando sus meñiques y si podían darse pequeños besos de buenos días y buenas tardes y buenas noches y buena vida.

Yoongi despertó en su primera mañana en el extranjero con un castaño anidando en su pecho y una marca de amor en su cuello y un poquito, solo un poquito de resaca.

Al final el dolor de cabeza se sentía como un diminuto punto lejano porque era más fuerte la sensación del cabello de Jin contra su piel y el vaivén de su pecho contra su estómago mientras respiraba.

Seokjin, muy rara vez, se aferraba. Por lo general era Yoongi quien se parecía a un koala y enredaba sus extremidades como una camisa de fuerza. Pero, en ocasiones, cuando Jin despertaba asustado por algo, un ruido repentino o una pesadilla, buscaba su lugar seguro natural y no existía dios ni ayuda que lo soltara.

Yoongi no se quejaría porque el peso del otro se sentía bien, y se sentía bien el abrazo cálido y el simple hecho de que era temprano por la mañana y estaba acurrucado con la persona que amaba, con la persona a la que le había dicho que le amaba [¿Te imaginas? Que escándalo]; la misma persona a la que le había entregado su primer beso, o su primera docena de besos para el caso.

Se sentía como burbujas de champaña y girasoles.

Una mezcla de algo cálido.

Según la lista de Seokjin quien, incluso, había planeado que era bastante probable que el primer día se despertaran lo suficientemente tarde como para perder la mitad de su itinerario, en realidad, estaban a tiempo. Seokjin era un hombre de método.

Se despertaron casi a mitad del día, de hecho, y tenían una larga lista de cosas cliché y románticas por hacer. La verdad era que estaban buscando ser lo más cliché posible, Seokjin había escogido París por esa única razón.

Así que irían a atracciones y a cenas románticas y a poner su bonito candado de amor eterno en un puente y a una fuente y la maldita Torre Eiffel porque estaban en París, obviamente. Así que por derecho propio tenían que tomarse una foto con la jodida Torre de fondo.

Seokjin iba a pedirle matrimonio a Yoongi en ese momento.

Y no era sorpresa porque estaban intentando ser clichés, y porque Seokjin, de hecho, le había pedido matrimonio a Yoongi una vez hace dos años y luego otra vez el año pasado cuando estaban en la casa de la mamá de Yoongi y la señora Min dijo que Seokjin era un buen yerno.

No era sorpresa porque, de hecho, Seokjin había llevado a Yoongi a probarse un anillo de muestra la semana anterior porque era un perfeccionista, y los perfeccionistas hacían cosas como llevar a sus novios a medirse anillos porque tenían un miedo terrible a comprar la talla equivocada.

No era sorpresa, además, porque Seokjin le amaba demasiado y porque ya habían hablado de eso, la primera vez en serio, un año atrás, y habían decidido que si, un año después, todavía querían hacerlo, entonces se casarían.

Seokjin lo había pensado demasiado bien e incluso si pedía matrimonio a Yoongi y hacían promesas de amor bajo las estrellas, sabía muy bien que Yoongi no se sentiría listo.

Y él sabía que Yoongi le amaba con todo su corazón al punto de romperlo solo para hacerlo más grande y poder amarlo más, pero habían cosas que no tenían que ver con el amor o con que Seokjin sintiese si era suficiente o no.

Era solo que Yoongi no estaba listo. Y a veces no estaba listo para pensar en el futuro y hacía cosas como tomarse tres años para decir te amo. Eran las pequeñas cosas que era Yoongi y que Seokjin adoraba. Eran las pequeñas cosas que conocía de Yoongi y que aceptaba absolutamente.

A veces a regañadientes, pero no somos perfectos.

Así que le dijo antes, le dijo que le pediría matrimonio y Yoongi dijo que estaba bien. Que deberían hacerlo. Entonces Seokjin le pidió que fingiera sorpresa porque era un secreto y Yoongi lo aceptó porque eso hacía con los secretos de las personas.

Yoongi sabía, entonces, que Seokjin le pediría matrimonio en este viaje y, conociéndolo, haría una cosa del tipo que hacían en las películas. Quizá cuando fueran a mirar la tonta torre o en la cena romántica de su último día.

Probablemente se arrodillaría en un lugar donde nadie más pudiera verlo porque era extremadamente consciente de la ansiedad social de Yoongi o escondería el anillo en la copa de champaña de su cena cara con velas y violín.

Porque, honestamente, era algo muy Seokjin. Seokjin perfeccionista de listas y clichés de películas.

Fue por eso que no esperó el anillo de promesa que fue deslizado en su dedo aquel mediodía, mientras bailaban lentamente con fantasmas después de desayunar en su primer día de viaje.

No esperó que Seokjin no se arrodillara, que no tuviera un traje y corbata, que no sonaran violines y se miraran bajo las estrellas.

Por el contrario, Seokjin traía puesta su ropa casual de mañana y acababan de desayunar ligero porque ya era casi de tarde. No preguntó nada, no dijo nada realmente.

Deslizó el anillo y eso en sí mismo fue una promesa.

No hubo violines, pero Seokjin tarareaba mientras bailaban juntos y no hubo velas ni estrellas, pero hubo luz de sol y la sonrisa de Seokjin.

¿Qué podría hacer Yoongi? Besó el anillo en su dedo y tomó la mano de Seokjin entre las suyas, besó cada nudillo mientras deslizaba el anillo de Seokjin por su cuenta. Dijo te amo contra su piel y prometió.

Hizo todas las promesas. Yoongi podría cumplirlas.

Seokjin siguió sin decir nada, solo sonrió y era poesía y luna llena y era obra de arte y tragedia griega a la vez.

Yoongi lo amaba.

Yoongi se iba a casar con él.

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N/A: yo lo intenté. De verdad.

Espero que tengas muy buenos días y espero que podamos leernos mañana nuevamente.

Blow drying your beloved's hair and other extreme romance moves | M.YG - K. SJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora