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Yoongi no sabía leer poesía.
Lo había intentado por años para ese momento, pero no comprendía la necesidad de expresar las palabras y no entendía la fascinación de los poetas por el romance. A veces se perdía entre metaforas que eran tan incomprensibles como el inglés antiguo y las tragedias de los héroes o las intrincadas relaciones familiares de los dioses griegos.
Y es que Yoongi no entendía la diferencia entre una luna llena y una menguante y no entendía por qué una mirada podía ser un océano de estrellas.
Yoongi no entendía de metáforas, ni de poesía, ni de tragedias griegas y, a veces, tampoco de Seokjin.
—Sabes que no es eso, Seokjin-ah, me conoces mejor que esto —Yoongi se sentía frustrado consigo mismo y con Seokjin, pero más consigo mismo porque a veces no sabía usar sus malditas palabras.
No era como si nunca discutieran por las más pequeñas cosas, pero la verdad era que ni una sola vez habían realmente peleado en los últimos cinco años.
Sí, discutían sobre la lógica y por el sistema de organización dudoso de Yoongi, discutían por quien dejó echar a perder la leche en el refrigerador y por quién no apagaba el módem de la tv cuando iban a salir.
A veces discutían porque Yoongi estaba demasiado dormido mientras hacía el café y le echaba sal en lugar de azúcar y a veces discutían, también, por quién olvidó comprar el detergente.
Pero en la mayoría de esos casos simplemente iban al supermercado, marcaban los tarros de la alacena, ponían recordatorios en sus agendas y celulares y revisaban el refrigerador por las noches. Siempre hubo una solución instantánea y algunas risas y algunas quejas que terminaban en abrazos asfixiantes como una forma de venganza.
Nunca habían peleado realmente.
—Entiendo —dijo Seokjin, con esa voz y esa sonrisa que realmente rompían el corazón porque Yoongi sabía que entendía, que Seokjin entendía, pero no dejaba de dolerle.
Dolerle que a veces Yoongi era demasiado distante.
Dolerle que a veces Yoongi negaba sus besos y cualquier avance diminuto.
Dolerle que a veces, cuando Yoongi estaba demasiado enfrascado en algo, simplemente olvidaba las cosas importantes. Simplemente se olvidaba de Seokjin por días enteros.
Y Seokjin entendía, siempre había entendido que había algo que no era del todo común en la forma en cómo Yoongi interpretaba los sentimientos. Y no era que fuese anormal, era solo que se abrumaba fácilmente.
No había nadie, en todo el mundo, que entendiese a Yoongi de la forma en la que Seokjin lo hacía.
Pero no dejaba de dolerle.
Él entendía, y porque entendía, dolía.
Seokjin siempre fue una persona mayormente insegura, del tipo de inseguridad que te hacía guardar silencio y dar dos pasos atrás, luego dos más, hasta que desaparecías por la esquina y nadie volvía a preguntar por ti.
Era expresivo, siempre decía lo que sentía y siempre era claro con sus opiniones. Entonces había conocido a Yoongi y pensó que era el ser humano más maravilloso del universo. Y se dejó amarlo hasta que las paredes de su pecho se expandieron solo para dejar más espacio para amarlo más.
Pero ese espacio fue creciendo de forma paralela con el espacio oscuro destinado para sus inseguridades.
Las callaba con tranquilidad y las ahogaba en el lago de su pecho solo para encontrarlas nadando nuevamente en el mismo lugar.
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Blow drying your beloved's hair and other extreme romance moves | M.YG - K. SJ
FanfictionRecopilación del #flufftober 2021 por #EsDeFanfics en Facebook