¿Amigos con derecho? Parte final

523 50 24
                                    

Sus palabras cargadas de decepción, de dolor, fue el detonante para querer abrirme a él y expresar mis miedos.

—Vamos a mi casa y hablamos ¿sí? —pregunté tomando mis cosas para salir de la oficina.

Nos fuimos cada uno en su auto, me fui directamente a casa, mientras Hero iba a la suya a cambiarse por algo más cómodo y buscar no sé qué.

Me di una ducha para relajarme mientras lo esperaba y me puse uno de mis pijamas favoritos, nada sexy, pero si lo suficientemente cómodo como para entablar una conversación con Hero, sin dobles intenciones. Cuando estaba por servirme algo de comer, tocaron la puerta.

—Hey! ¿Qué traes ahí? —pregunté curioseando las bolsas en su mano, ya que mi estómago comenzó a protestar al sentir olor a comida.

—Tu almuerzo - cena. No has comido nada más que el desayuno y después de lo que hicimos esta tarde, asumo que debes estar hambrienta, así que pase por comida china y algunas piezas de sushi —explicó entrando en mi casa y depositando las bolsas en mi cocina. Lo seguí en silencio, viendo como se movía con naturalidad en mi espacio, como si perteneciera allí.

—Siéntate, que yo te sirvo —dijo al verme parada observándolo desde el marco de la cocina.

—No es necesario —respondí —Puedo ayudarte.

—Que te sientes, ¡joder! Que antes no te molestaba que hiciera esto —pidió frustrado. —No sé por qué te comportas como si recién nos estuviéramos conociendo, Jo.

—Puedo explicarlo —respondí cabizbaja y tomando asiento en la isla de la cocina.

—Primero come —dijo depositando un plato con comida china frente a mí, cerdo con piña y arroz, uno de mis platillos favoritos.

Comí en silencio, mientras Hero se dedicaba a limpiar un poco mi cocina y me miraba de vez en cuando para asegurarse de que estaba comiendo. Una vez que terminé, dejé el plato en el lavavajillas y fui a cepillarme los dientes en silencio. Cuando estuve lista para hablar, alcancé a Hero en la sala, que ya se había sacado los zapatos y se había acomodado en el sillón de tres cuerpos.

—Ven acá, Jo —musitó palmeando a su lado y tímidamente caminé y me senté, sin tocarlo demasiado —¿Qué es lo que pasa en esa cabecita tuya? —preguntó atrayéndome hacia él y depositando un beso en mi coronilla.

—Yo no quería sentir esto —dije con sinceridad —Yo pensé que teniendo sexo se me iba a pasar lo que empecé a sentir por ti, pero solo aumenta, porque no es como con otras personas, no sé si me explico, pero contigo se siente diferente y tengo miedo, miedo de salir lastimada.

—No soy como el imbécil de tu ex y lo sabes, no tienes por qué tener miedo, yo jamás te lastimaría —me interrumpió.

—¿Y si no funciona? ¿Si se arruina la amistad que tenemos? Ya la estoy cagando al comportarme como una niña de quince años al estar contigo. Sé que yo propuse esto y que nada de sentimientos, pero no lo pude evitar.

—Sabes que te quiero y te respeto, cualquier decisión que quieras tomar, aunque no esté de acuerdo, te apoyaré. Yo también quiero más contigo y créeme que también tengo miedo de no ser correspondido, pero quiero intentarlo, porque estoy seguro de que eres tú —expresó mirándome a los ojos.

—¿Por qué tienes que ser tan lindo a veces?

—Sí, a veces —respondí sacándole la lengua, que atrapó en sus labios antes de que pudiera darme cuenta.

—A eso me refería —dije sentándome a horcajadas sobre él —Perdóname por haber sido tan estúpida estos días, solo no sabía cómo reaccionar. También quiero que sepas que hacer el amor en mi cama, en mi casa, para mí será pasar un límite que me había puesto, porque aunque suene tonto, es mi lugar y no lo he compartido con nadie más que tú las veces que te has quedado como amigo.

—Yo estaré listo cuando tú lo estés —dijo acariciando mis piernas. —Siempre puedes venir a mi casa y lo sabes, porque no me agrada mucho la idea de follarte en el trabajo, quiero hacer mucho más que eso, quiero mimarte, acariciarte, darte placer, quiero hacer el amor contigo. —añadió y lo besé con dulzura, nadie me había tratado como Hero antes.

—Te tomaré la palabra, pero hoy quiero que te quedes conmigo y me cuentes muchas cosas graciosas mientras me abrazas, quiero escuchar anécdotas de cuando eras niño, quiero conocerte mucho más de lo que lo hago. —pedi parándome de su regazo.

—Antes, tengo una pregunta —dijo serio y parándose a mi lado.

—Claro, dime —contesté con nerviosismo.

—Josephine Eliza Langford, ¿quieres ser mi novia? —pidió con una sonrisa en su rostro y solo asentí muchas veces antes de llorar y lanzarme a sus brazos.

De ahí en adelante, todo fue miel sobre hojuelas. Continuamos trabajando juntos, separando nuestra relación de la oficina, porque éramos conscientes que no debíamos mezclar ambas cosas. Nos quedábamos uno en la casa del otro con frecuencia, tal como lo hacíamos cuando éramos amigos, pero comenzamos a salir más, a comer fuera como una pareja, a ir al cine en plan romántico y todas esas cursilerías que me negaba a aceptar que me gustaban.

Con el tiempo, comencé a ganar un poquito de peso, que asumí que era por la buena vida que estábamos teniendo, pero pasé por alto que llevaba meses sin tener mi período y me asusté, porque era irregular, pero nunca había pasado tanto tiempo.

—¿Segura que no quieres que te acompañe? —preguntó Hero por milésima vez, cuando me alistaba para ir al ginecólogo a hacerme un chequeo de rutina.

—Estaré bien, solo es un chequeo, debo tener alguna alteración hormonal. —dije restándole importancia, sin imaginarme lo que en realidad pasaba.

—Me llamas cualquier cosa, ¿sí? —dijo depositando un beso en mi sien antes de irse a trabajar.

Llegué a la consulta de mi ginecólogo de cabecera y me hizo una serie de preguntas, antes de subirme a la camilla y hacer un ultrasonido, según él, podría estar en embarazada y no se equivocó. Dentro de mi vientre estaban desarrollándose dos bebés, de unos cuatro meses aproximadamente. Mi vientre era pequeño para el tamaño que debía tener al ser embarazo múltiple y como había estado haciendo ejercicio, no había engordado más que lo propio de un embarazo, que yo asumí a la comida que estaba ingiriendo. Tonta e ilusa, Josephine.

Llamé llorando a Hero, desde mi posición en la camilla y no tardó ni diez minutos en llegar a la consulta y ver con sus propios ojos el hermoso descuido que habíamos tenido.

Si bien no fue un embarazo planeado, Sam Fiennes Langford y Anya Fiennes Langford, son el resultado de ¿algo más que amigos?

——
Esta hermosa historia llegó a su fin. Gracias por amarla tanto como yo 🧡

One shot Herophine/ HessaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora