Casualidad o destino Parte 8

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Tessa

—Tessa —escuché que susurraban cerca de mi oído y me sobresalté.

—Perdón —musité incorporándome —Me quedé dormida.

—No te preocupes. ¿Quieres comer o beber algo? —preguntó y mi estómago traicionero me delató —Acompáñame a la cocina y podemos hablar mientras preparo la cena.

Lo seguí en silencio y me senté en un banco frente a la isla de la cocina, mientras él sacaba algunos ingredientes para cocinar y ponía frente a mi un pedazo de tarta de chocolate y zumo de fresa.

—Me encanta esta combinación —musité saboreando la tarta.

—Lo recuerdo —sonrió con nostalgia. —Cuéntame que ha pasado, necesito saber qué ha sido de ti desde que Thea nació.

—Desde un inicio te dije que no estaba segura de poder hacerme cargo, pero cuando estaba por dar a luz me embargó un dolor inmenso, me sentí culpable porque naciera antes de tiempo y necesitara de una máquina de oxígeno para ayudarla a respirar. Sentí que les fallé, que te fallé, Hardin. Y no podía verlos sin sentirme culpable. Lo mejor para ella era quedarse a tu lado ese tiempo, me diagnosticaron depresión y me he estado tratando casi desde que di a luz, por eso iba a dejar leche en mis visitas. Me queda un largo camino para estar del todo bien, pero ahora sé con certeza que quiero estar para ella, que quiero ser su mamá. Nunca debí dudar de eso ni siquiera debí pensar en ponerla en adopción —expliqué aguantando las lágrimas que amenazaban con caer.

—¿Por qué no me lo dijiste? Podría haberte apoyado, jamás te habría juzgado por tu depresión. Sabía exactamente por lo que estabas pasando como también sabía que habías empezado a amar a nuestra bebé, a hacerte la idea de una mini Tessa en tu vida, por eso me dolió no poder verla nacer, no poder hablar contigo y contarte cómo iba evolucionando día a día. Me dolió verla alimentarse por sonda o biberón en vez de el pecho de su madre, como los otros bebés que había en los cuneros. Yo estaba para ella sosteniendo su manito a través de la incubadora esperando que aparecieras por la puerta, pero nunca sucedió —dijo con nostalgia.

—Fui una cobarde —musité llorando dejando caer las lágrimas por mi mejilla —Sé que no tengo derecho, pero por favor permíteme estar en su vida —supliqué.

—Tessa, jamás te negaría ser su mamá. Estoy dolido por todo lo que pasó, pero si de verdad vas a asumir tu rol, no podría oponerme, lo que más quiero es que nuestra hija crezca con sus padres. No te pediré más de lo que puedas dar, no quiero forzarte a nada.

—No será necesario, apenas la he visto, supe que había sido una tonta. Voy a dar todo de mí para ser la mejor mamá para Thea, te lo juro.

—No es necesario, sé que será así. Me bastó la semana que estuviste con Aria y conmigo para darme cuenta —dijo con una leve sonrisa.

—¿Dónde está?

—Con mis amigos, les pedí que la cuidaran mientras iba por Thea al hospital y así acomodar todo acá en la casa. Hoy será la primera noche que pasó con ambas —suspiró —En el hospital no podía quedarme con ella, así que a veces esperaba en la sala de espera durante la noche por miedo a que pasara algo, pero no me ha tocado vivir la parte de despertar para cambiarla o alimentarla.

—Yo... Si quieres puedo quedarme a ayudar con las niñas. Tienes que descansar un poco, tienes unas ojeras terribles —propuse bajando la mirada —Estoy bien como para atender cada una de las necesidades de Thea si llega a despertar de madrugada.

—¿Estás segura? —preguntó entre dudoso y agradecido por la oferta.

—Sí, sé que el tiempo no se recupera, pero me gustaría pasar todo lo que puedo con ella.

—Gracias, Tessa —respondió poniéndose a preparar ya la cena, porque se había detenido para hablar conmigo. Era algo tan serio que no podíamos hacer otra cosa, hasta mi tarta estaba casi intacta.

—Hardin, ¿estás trabajando? —pregunté algo que había estado dando vueltas en mi cabeza desde hace un par de días. Recordaba que estuvo trabajando desde casa antes del nacimiento de Thea, pero con el mes que pasó en el hospital acompañándola, no sabía en qué estaba su situación y lo que menos quería era que tuviera problemas en el trabajo por mi causa.

—Adelanté mis vacaciones, pero en una semana debo volver —respondió con una mueca —Con Aria ya lo tengo cubierto con el preescolar, pero debo buscar una sala cuna o alguien que cuide a Thea mientras trabajo. No me gustaría tener que sacarla tan pequeña —musitó con preocupación —Quería ver cómo pasaba su primer fin de semana en casa antes de comenzar a buscar.

—Puedo cuidarla. Me quedan unos meses de licencia post natal aún y pretendo extender licencia para poder tomar bien mi terapia y estar con Thea el mayor tiempo posible —comuniqué mi propósito.

—Gracias, Tessa, por ser su mamá y no rendirte —musitó acercándose a mi y depositando una beso en mi frente justo en el momento en que alguien llamó a la puerta.

—¿Puedes abrir? —me preguntó. —Debe ser Aria.

—Claro —dije parándome para ir a la puerta de entrada, donde al abrir vi a dos personas que no conocía y un remolino que me miró con sus grandes ojos y pasó corriendo rápido por mi lado.

—Hadin, Hadin —comenzó a llamar buscándolo por todas partes.

—Estoy en la cocina —respondió lo suficientemente fuerte para que Aria escuchara.

—Hola, soy Theresa, la mamá de Thea —me presenté —Hardin está en la cocina por si quieren pasar a saludar.

—Hadin, ¡ella vino pol mi bebé Tia! —escuché que gritaba Aria con desesperación y me disculpé para ir a ver que pasaba en la cocina.

—No, cariño —respondió Hardin limpiándose las manos para tranquilizarla. —Si bien Tessa es su mamá, no se la va a llevar. ¿De dónde sacaste eso?

—Aria —llamé aclarándome la garganta —Cariño, no me llevaré a tu sobrina —dije acercándome a ella para mirarla a los ojos —Sé que me fui antes y lo siento, pero volví para cuidarla y también para cuidarte a ti y ver películas o lo que sea que quieras hacer.

—¿No se van? —preguntó con sus ojitos aguados, pero un poco más tranquila.

—No —respondí con seguridad —¿Quieres acompañarme a alimentarla mientras Hardin termina la cena? Acabo de escucharla llorar —le pregunté extendiendo mis brazos hacia ella que no dudó en aceptar. —Te eché de menos preciosa —susurré dejando un beso en lo alto de su cabeza.

Fuimos a la habitación de Hardin donde Thea estaba en su cunita llorando con fuerza. Aria se subió en la cama mientras yo cogía a mi bebé en brazos y la mecía para calmarla un poco. Había ensuciado su pañal, así que con "la ayuda" de Aria la cambié y luego la deposité en mi pecho para que se alimentara nuevamente. Era una tragona, pero amaba que estuviera comiendo y poniéndose cada día más grande y fuerte.

Cenamos en compañía de los amigos de Hardin, que aprovecharon de conocer a nuestra hija y tras su partida, nos dividimos las habitaciones. Por supuesto que Aria quería dormir con Thea y tras tratar de convencerla de lo contrario, accedimos por esa noche. Me llevé a ambas niñas al segundo piso, que estaba completamente reformado: una habitación era para ellas y la otra era la matrimonial que usaría Hardin cuando Thea estuviera un poco más grande. Dejamos a Hardin en el primer piso para que pudiera descansar sin llantos de por medio y me acosté junto a Aria en su cama de niña grande con Thea frente a nosotras en su cuna de princesa, con vuelos y todo. No quise dormir en la otra habitación por miedo a no escucharla, así que me acurruqué con Aria, que se pegó como un koala a mi cuerpo.

La noche estuvo tan ajetreada como pensé, Thea tenía que acostumbrase a su nueva casa, así que despertó varias veces llorando, provocando que Aria también llorara en más de una ocasión, pero por suerte pude calmarlas rápidamente, antes de que Hardin subiera a ver qué pasaba. Lo convencí de tomarse un relajante muscular para que pudiera descansar y no quería entorpecer su sueño con el llanto de ambas niñas. Esa era la primera noche con ambas y al ver mi cara en el espejo por la mañana, supe lo que tenía que hacer.

——
Se viene el final 🥺

One shot Herophine/ HessaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora