Contra el Reloj

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CAPITULO XLIII

Presente: 2002

Verona:

Siento unos dedos fríos que toma mi mano sus dedos acariciaban la palma de mi mano y subían por mi brazo, sentía su roce tan familiar, agradable, llega a mi cuello y siento su pulgar rozándolo, mis sentidos comenzaron a despertar, y yo conozco ese aroma, inconscientemente mis labios se curvean en una sonrisa, abro mis ojos lentamente, estaba acostada en una muy cómoda cama, mi cabeza reposaba en una almohada que parecía una nube.

—¿Estas bien? —dijo Adrián con evidente preocupación, a lo que yo le doy un abrazo.

—Sí, gracias por estar aquí —dije feliz de que mi amigo Adrián estuviera aquí, aunque me sentí mal con respecto a que Marcus no estuviera aquí.

—Vaya... ya no me odias —comentó sorprendido correspondiendo mi abrazo, sentí como si él también lo hubiese extrañado también.

—Perdóname... No sé qué me pasó para haber olvidado todo, haberte tratado mal... y que yo soy la hija adoptada de Aniano —dije pensativa y tratando de procesar todos mis recuerdos.

—Y... ¿Que más recuerdas? —preguntó aun preocupado e intrigado.

—Pues mi infancia, cuando llegué a Noapte y mis primeros días ahí desde ese punto en delante no recuerdo más —dije sin entender porque actuó así —¿Hay algo grave que sucedió y no me quieres decir? Yo tengo muchas peguntas y sé que una de tus virtudes no es mentir a las personas ¿Por qué Marcus me habló mal de ti? ¿Sabes cómo perdí la memoria?

—Pues... él y yo nunca nos hemos llevado bien, es todo—dijo serio, pero más bien parecía enojado por algo y para mí era nuevo y extraño— pues me gustaría saber ¿porque te fuiste hace años? —pregunto bajando la cabeza y su voz se tornó triste.

—La verdad no lo sé, seguro debió haber sido por algo grave— dije triste, pero realmente me sentía frustrada porque realmente quería saber que había sucedido, porque Marcus me mintió tanto diciéndome que no sabía nada de mi infancia y que me conoció cuando fui una cazadora, todos mis recuerdo nítidos y tan vivos en mi mente esa sombra y esa nube de tristeza se iban disipando paulatinamente la cuestión es que necesitaba que necesitaba saber quién soy lo más pronto posible... en cuento a Marcus cada día siento más repulsión hacia él, está bien que este molesta porque me haya mentido sin razón aparente pero la verdad no entiendo porque algo en mi interior me dice debo alejarme de él y acercarme más a la familia.

—Despertaste muy contenta, me agrada verte así hace muchos años que no te veía realmente feliz —dijo mirándome a los ojos y dedicándome un intento de sonrisa que realmente parecía una mueca, sé que algo le pasaba, el un día estaba bien y otro mal y un detalle más importante porque siendo Aniano el rey permitió que Cyra me hiciera sufrir en el calabozo, de tanto intentar recordar me dolió la cabeza.

—Soy Verona Leduc, la única humana que siendo humana estuvo entre vampiros y soy la princesa de Black Rose —dije con una gran sonrisa luciendo mis dientes de inmortal vampiro —Tengo sed—toco mi cuello— iré por un vaso de sangre ¿me acompañas? —dije levantándome caminando hacia la puerta, una vez ahí me doy vuelta esperando la respuesta de Adrián.

—Me... parece... ¿bien? —me contesto muy feliz y sorprendido este se levanta y me acompaña, durante el camino estuve hablando con el sobre mis recuerdos y le preguntaba algunas cosas para estar segura que mi mete no estaba jugándome bromas.

Cyra:

Inicié el día de una forma muy parecida a como lo hacía cuando era humana hace más de cien años, ha pasado tanto tiempo es como si fuera a ayer que escuchaba el crepitar de la madera quemándose y muchas de mis hermanas gritando desesperadas, el olor a carne quemada marcó la mayor parte de mi infancia escondiéndome y huyendo, esos recuerdos no me servían de nada no quería seguir pensando en cómo muchas hermanas murieron, ese rencor lo único que hizo fue hundirme aunque creo que ya nada puede hundirme más de lo que estoy ya.

El Clan Black RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora