Deudas y Pagos

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*CAPITULO LVIII*

Pasado.

Adrián:

Cuando volvía a tomar conciencia de donde estaba, no podía creerlo parecía surreal realmente estaba en el infierno, iba en una carreta que era tirada por un caballo, estaba atado junto a Karl, intenté liberarme, pero con lo que sea que nos ataron no podía romperlo, Karl estaba observando a la mujer sonriente de antes.

—Por fin despierta el príncipe —dijo acariciando mi cara brevemente.

—¿Qué está pasando? —pregunté alarmado, estaba aturdido, empezaba a creer que esto no fue una buena idea.

—Bueno te llevo en primera clase a casa de un viejo amigo que tal vez le interese 2 vampiros con magia en la sangre —dijo sin más.

—Que linda —susurró Karl de forma sarcástica.

—Aunque me gustaría jugar con ustedes bomboncitos, no puedo —me observa mientras hablaba y eso me hacía sentir incomodo —tengo unos asuntitos con los traidores que resolver —desvió la mirada y sonrió pude ver como su rostro se oscurecía de maldad.

A nuestro alrededor extrañamente no había rocas volcánicas, ni lava, ni azufre, solo ese fastidioso olor a humo, no había nada horrible solo había un jardín, con unas flores que jamás en mi vida había visto con clores muy llamativos, seguíamos un camino que a lo lejos veía una mansión, donde habían siluetas de chicas que aparecían y desaparecían como si fuesen fantasmas. El viaje trascurrió en silencio y al llegar fuimos libre, una de las chicas que nos recibió llevaba un vestido grande de fiesta, una peluca de cabello blanco, en su rostro había una sonrisa forzada, podía ver su sufrimiento, al entrar a la mansión, podía visualizar mi rostro en el suelo, era como caminar sobre el agua o un cristal.

Karl y yo estábamos en guardia, había cuadros de personas hermosas, tanto hombre como mujeres, estatuas de oro la mayoría era de mujeres cuyos cuerpos y rostro simplemente eran una obra de arte, seguimos caminando y algo particularmente llamó mi atención era un espacio vacío en la pared, tenía una placa en un idioma que no reconozco supongo que debe ser el idioma que se habla aquí, me preguntaba para que o quien está reservado ese espacio. Seguimos a la chica cuya vestimenta era de una moda del siglo pasado.

—Bienvenidos al círculo de la avaricia, soy el príncipe regente de aquí como ya pueden notar — Dijo un hombre, vestido de traje gris brillante, sosteniendo una copa de vino, poseía una corona planeada, tenía rasgos finos, era como si su cara fuese echa con delicadeza y paciencia, sus ojos eran azules rey, su cabello era negro largo hasta los hombros, sus dedos largos y delgados sostenían la copa con una elegancia que similarmente había visto en mi padre —tomen asiento —con la mano libre hizo un gesto sutil para que tomáramos asiento dudé si era correcto o no.

—Solo viene a averiguar algo —la potestad frente a mi hizo una mueca.

—¿Ah sí? —le dio un sorbo a la copa —¿Gustan algo de beber? —preguntó, tanta amabilidad era rara y más porque estábamos en el infierno.

—Estamos bien —espetó Karl.

—No hace falta que digan para que vinieron, seré tajante al igual que usted —decía, manteniendo un tono de voz suave como si cada palabra que digiera fuese una caricia —Cyra es sierva de Baal, este solo se divierte con ella hasta llevarla a su muerte, también sé que se preguntan qué tiene que ver Verona en esto, pues es simple, al matar los padres de Verona rompió un poco la línea de tiempo de Marcus, Verona y usted —explico, mientras daba el ultimo sorbo de vino, cuando no hubo más en la copa la puso en una mesa que estaba frente a nosotros.

El Clan Black RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora