Atentado a la Flor de Seda

0 0 0
                                    

*CAPITULO LX*

Pasado:1892

Adrián.

Me metí en mi cuarto lo más rápido posible pero igual, los sirvientes me observaron, era de los peores momentos de mi vida, era muy incómodo, al entrar en mi cuarto, y buscar ropa alguien abre la puerta y por el olor a hierro y a los lejos escuché el sonido cuando enciendes una fogata y la madera empieza a crepitar. Era mi madre. No me dio tiempo de reaccionar cuando ya tenía su mano estampada en mi cara.

—¿Eres imbécil o aparentas serlo? —estaba furíca como si hubiese hecho algo que no tuviese perdón —2 meses desaparecido y no te encontraba en ningún sitio de la tierra tuve que descender para saber que carajos te había pasado, al bajar estaba Karl moribundo y tuve que pelear con Belcebú, curarlo para poder salvarlos mírate estas muy débil en ese estado si te entierran una estaca mueres —toma un brazo el cual tenía finas líneas que se interceptaban entre sí sin, obviamente estaba agrietado.

—Madre estoy desnudo me podrías sermonear cuando esté vestido —dije haciendo un movimiento con mis manos de sube y baja, como si le quisiera dar a entender que se calme.

—¿Y ese es tu mayor problema en este momento? —ella mueve su cabeza de un lado a otro y sentí como la magia cubrió todo mi cuerpo, y después desapareció esta sensación y luego sentí mi cuerpo cubierto en tela, efectivamente me vistió y yo me sentí un poco mejor, me puso un traje de color negro, el cual estaba adornado con botones y hombreras de oro, muy formal para mi gusto, los pantalones eran ajustados, y usaba botas —¿el príncipe se siente mejor ahora? —preguntó sarcástica.

—Gracias madre —dije haciendo una pequeña reverencia.

—Qué bueno —apenas finalizó su puño golpeó la boca de mi estómago —estábamos muy preocupados por ti, incluso recibí una carta de Eliot Brander que tampoco sabía dónde estaba Karl —tomó aire para seguir hablando —ósea no sé si entiendes ambos fueron al jodido infierno donde muchos de los que van no regresan —gesticulaba con las manos se notaba lo alteraba que estaba —te pude haber perdido... —dijo en un tono de voz bajo, desvió la mirada —te vestí de esa forma porque ya volvieron tus hermanos, Marcus y Vicent menos David él se va a quedar regresa el año entrante, Verona está en la biblioteca, has lo que gustes hacer primero saludar a tus hermanos o disculparte con tu novia —finalizó y desapareció dejando el olor a hierro en mi habitación.

En cierto modo, todo lo que me dijo me hizo sentir un hijo muy patético, pero extrañó que no usara un método de castigo peor, creo que si fue al infierno supongo que se enteró de que lo sé todo, por alguna razón no le reclamé nada, tal vez porque de verdad la vi enojada y de verdad me hizo sentir como si yo le importo, eso me hizo que dentro de mi brillara un pequeño destello de alegría. Me encaminé a ir a la biblioteca, Verona estaba ordenando libros al verme soltó lo que tenía en las manos dejándolo caer en el piso, corrió hasta donde yo estaba y me abrazó por el cuello.

—¿Estas bien? ¿Dónde estabas? ¿Por qué desapareciste tanto tiempo? —en su tono de voz podía sentir la preocupación.

—Si estoy bien, estaba... es una historia larga de explicar que tal vez mas tarde te cuente con lujo de detalles, donde yo estaba el tiempo no se mide igual aquí —acariciando su rostro.

—Gracias por la carta que me dejaste antes de irte, aunque fue raro que me digiera que si fuese inmortal sería una obra de arte que te gustaría tener colgada en tu pared—alcé una ceja ante lo que dijo.

—Yo no te deje nada —dije sorprendido y algo furioso, ella se sorprendió al ver mi reacción.

—¿Quién habría podido ser? Ya sospechaba... no era tu caligrafía —su rostro se tornó pensativo, yo no podía dejar de sentir esa punzada de ira.

El Clan Black RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora