She | Jenlisa

𝗢𝟳

—¿Te llamo la atención?— preguntó sorprendida.

—Ajá, eres bonita y simpática. Y ya.

Contestó seria, como siempre.

¿Escuché bien? ¿Dijo que yo era bonita?

Jennie no dijo nada más y continuó tomando del batido y comiendo galletas, ambas terminaron.

Y Lisa la miró.

—¿Estás bien?

Kim la miró y contestó rápidamente retomando su postura.

—Ah, si, si, estoy bien, estaba pensando en el examen de la próxima semana.

—¿Necesitas ayuda con eso?

Lisa preguntó y la castaña la miró sorprendida.

—¿Me puedes ayudar a estudiar para matemática?

Manoban asintió lentamente.

—¡Genial!— sonrió Kim, pidió la cuenta, pagó y se fueron a la entrada del café.

—¿Quieres que te acompañe a casa? Puedo ayudarte a estudiar hoy.

—¿Hoy?

—¿Nunca escuchas bien o qué?

—Oh, si, ayúdame hoy, de verdad necesito estudiar.

Jennie tomó de la mano a Lisa y caminaron rumbo a su casa.

Podía jurar que Lisa se sonrojó.

—¿Vives sola?— preguntó Lisa.

—¿A qué va la pregunta?

—Curiosidad, ya.

—Ah, si, vivo sola.— sonrió.

—¿Y porqué? A tu edad suelen seguir viviendo con su madre.

Kim bajó la cabeza.

—Uhm... mi madre murió dándome a luz y mi padre no quiso hacerse a cargo de mi, y fui criada por una tía mía pero no se donde el se encontré— suspiró.

Lisa la miró triste.

—Lo siento mucho, no debí preguntar...

—Está bien, supongo que ya fue hace mucho tiempo.

Llegaron a una casa pequeña de dos pisos.

—Aquí es.— se dió cuenta que seguían tomadas de la mano y la soltó rápidamente, Kim abrió la puerta dejando que Lisa pase.

—Tu casa es bonita.— comentó la más alta y se sentó en un cómodo sofá.

—¡Gracias! ¿Quieres algo de tomar?— preguntó la bajita y la contraria negó.— bien, entonces podemos empezar.

Jennie se agachó y busco un libro de matemáticas en un mueble, Lisa se le quedó mirando, esperando.

Lo encontró y se sentó al lado de la más alta.

después de más o menos una hora de estudio, ya estaban llegando el final.

(...)

—Entonces, deberías multiplicar el 64 por...— Lisa miró a la castaña y sonrió. Kim se había quedado dormida.

Lisa agarró una manta que estaba doblada en una esquina, recostó a Jennie en el sofá y la tapó hasta los hombros.

—Parece que tienes el sueño pesado, ¿Eh?— sonrió susurrando en voz baja.